Era genial. Era belga, claro
está...
Santiago dirigía un taller de
reparación de coches en el polígono de La Palmera, en Sevilla
(España). Se llamaba Car Dils. Pero lo suyo era viajar y
escribir. Fue el único taller mecánico del mundo que editó un
boletín semestral..., "de frecuencia imprevisible".
Además cuidaba de mi coche
"como si fuera otro hijo suyo".



