Fueron cosas de juventud.
Andaba empeñado en la preparación de una novela negra: “La
gloria del olivo” (después llamada “El papa rojo”).
El
protagonista debía ser detenido y no se me ocurrió mejor idea
que “probar”. ¿Qué se siente al ser detenido por la policía?.
Entendí que era la mejor forma de transmitir esa emoción.
Dicho y hecho.
Me
hallaba en Roma.
Necesité tres días para lograr mi objetivo…
No
había forma de que me detuvieran.
Finalmente lo hicieron, frente al Vaticano.
Me
interrogaron y me registraron.
Hallaron un cuaderno de campo repleto de nombres de cardenales
que entraban y salían del Vaticano, horas, matrículas de
vehículos…
Me
tomaron por terrorista, claro.
Y
el asunto se puso feo.
-
¿Conoce a alguien en Roma?, preguntó el comisario.
Vi
el cielo abierto.
Llamaron a Paloma Gómez Borrero, periodista y amiga.
Me
salvó.
Al
abandonar la comisaría, uno de los agentes comentó: “Si esto le
sucede en Rusia no lo cuenta…”