"La muerte
física no me da miedo, sé como es"
Arancha Moreno www.gaceta.es 25-III-2014
El veterano
investigador presenta 'Estoy bien', un libro sobre casos de
'resucitados''.
Nadie
sabe qué hubiera sido de J.J. Benítez (Pamplona, 1946) si un
día cualquiera de 1972, el redactor jefe de La Gaceta del
Norte no le hubiese mandado investigar un aterrizaje ovni en
Burgos. Fue el primer contacto con un campo, el del
misterio, en el que lleva trabajando más de cuarenta años,
fruto de los cuales ha publicado 56 libros. Siempre se le
asociará a su saga más popular, los nueve volúmenes de 'Cabayo
de Troya', pero aunque décadas después se sigan reeditando,
Benítez no se ha quedado en el recuerdo. Ahora publica
'Estoy bien' (Planeta), un libro en el que recopila 170
casos documentados de la vida después de la muerte. O como
él dice, “el tránsito a la otra vida”.
-Hace
una semana intentaron secuestrarle en México, ¿qué ocurrió?
-Intentaron secuestrarme usando el teléfono. El problema era
salir del hotel. Si sales del hotel te cogen. Estaban en el
hall esperando, ese es el truco, ya lo hicieron con unos
músicos españoles el año pasado. Después de ocho minutos de
conversación no me gustó aquello, no me pareció normal y
colgué. Y evitamos el problema.
-Supo
lo que tenía que hacer.
-Fue el instinto. No me parece normal que un supuesto
comandante de la policía, que es con el que yo hablo, me
haga tantas preguntas de una forma tan agresiva,
preocupándose de mi celular, exigiéndome mi número de
teléfono. Le dije que podíamos hablar personalmente pero que
por teléfono no le iba a dar más información, y colgué. Eso
fue lo que me salvó, creo que estaban compinchados, en el
hotel y fuera del hotel.
-A los
muertos no les tiene miedo.
-No, a los vivos sí (sonríe). Los muertos, que yo sepa, no
le han hecho daño a nadie.
-Trabaja con material muy sensible, y en este libro recoge
los casos que llama “resucitados”: muertos que se aparecen a
los vivos. ¿Le han mentido alguna vez en estos casos?
-Es
muy difícil que te mientan. Son testimonios muy personales,
muy íntimos. Normalmente, a la gente no le gusta hablar
demasiado de su padre o de su hijo muerto, cuesta trabajo
sacarles la información. Tienes que dar muchas vueltas,
conseguir contactos... En el libro parece muy sencillo, pero
es complicado. Yo utilizo la técnica de la nevera. Me
cuentan algo una vez, y dejo pasar cinco o diez años. Al
cabo de ese tiempo, vuelvo a ver a la persona, y le pido que
me lo cuente de nuevo. Si está mintiendo, no puede mantener
la versión original, porque no se acuerda. Yo sí, porque la
tengo grabada. Y luego está el instinto, que te dice si la
persona está fabulando. Es un cúmulo de cosas que te da la
experiencia.
-¿Qué
me dice de las pruebas?
-En
ocasiones hay pruebas físicas, una vez apareció una señora y
la alfombra quedó quemada; en otro caso la lámpara y un
cuadro que estaban detrás quedaron quemados. Hay una serie
de detalles físicos que te dan a entender que no es un
invento, porque esa persona no tiene necesidad de quemar una
alfombra de su casa. O aquel caso de una señora al que se le
apareció su marido muerto, y le dijo que en tal banco tenía
una cuenta con 300.000 dólares, y de esa cuenta ella no
sabía nada. La señora investiga, va al banco y
efectivamente, su marido tenía allí una cuenta privada. Hay
investigaciones que van acompañadas de elementos físicos, no
sólo es lo que te cuentan. Pero lo que te cuentan también es
importante. Siempre he defendido que la palabra de una
persona es sagrada. De la misma manera que puedes mandar a
una persona a la cárcel por su palabra, el testimonio de las
personas en general es creíble, aunque hay que investigar,
claro. El fenómeno de los resucitados no se puede llevar al
laboratorio, no es un fenómeno que se pueda repetir, de la
misma manera que no puedes analizar en un laboratorio la
belleza, o la poesía de Lorca.
-¿Cuál
es el método que sigue para sus investigaciones?
-Te
voy a poner un ejemplo de antes de ayer. En la ciudad de
Mérida, en Yucatán, una persona se acerca a mí y me cuenta
la historia de un empleado de una funeraria que recibe a un
señor, y le toma nota del servicio que necesita porque ha
muerto una persona. El empleado acude a la casa del muerto,
para ultimar todos los detalles, y se encuentra con la gran
sorpresa de que el muerto es el mismo que había solicitado
el servicio funerario. Esa es la noticia que yo recibo. Dejo
pasar un tiempo y acudo de nuevo a Mérida, voy a la casa del
muerto y hago todas las averiguaciones, reúno la
información, y si Dios quiere dejaré pasar cinco años. Si
están vivos, vuelvo, y le pido al empleado de la funeraria
que me lo cuente todo otra vez.

-Esa
técnica de esperar varios años le habrá hecho perder más de
un caso.
-Sí, he perdido casos porque han muerto, han desaparecido...
Sí, hay casos que se quedan en la cuneta.
-Ahora
entiendo que en 'Estoy bien' incluya historias antiguas,
como la del soldado herido en la División Azul en 1941, al
que un compañero le ayudó a salvarse, y tiempo después
descubrió que ese compañero había muerto dos meses atrás.
-Yo
he investigado casi mil casos en 46 años.
-¿Y
por qué eligió concretamente estos ciento setenta?
-Te
voy a contar el secreto. Yo me encontré con un volúmen muy
importante de casos y francamente no sabía que hacer. Tenía
que seleccionar, porque el libro se hacía muy grande y la
editorial no te lo permite. Me dejé llevar por el instinto,
hice una selección de doscientos y los apunté. Metí los
papelitos, los metí en un vaso de cristal y saqué ciento
setenta.
-Lo
dejó al azar, pero usted no cree en la casualidad.
-No, no creo en la casualidad. Cuando vi la lista, pensé que
había algún otro caso que querría haber sacado, pero lo
respeté.
-Lleva
desde los años 70 tratando de resolver enigmas, pero ha
centrado gran parte de su trabajo en dos temas: la
investigación del fenómeno ovni y Jesús de Nazaret. ¿Por
qué?
-Como te he dicho, no creo en la casualidad, y aparentemente
por casualidad empecé a trabajar en el fenómeno ovni en La
Gaceta del Norte, en Bilbao. Un redactor jefe, Alfonso
Ventura, me envió a hacer un reportaje a un pueblo. Fui
allí, como me había tocado un descarrilamiento o un atentado
de ETA. Me di cuenta de que había algo real, la gente que me
contó lo que había visto no estaba mintiendo, me pareció que
era interesante. Conforme investigaba, me di cuenta de que
el fenómeno era cierto, era real, que había mucho secretismo
por parte de los militares, mucha zona oscura, mucho interés
en que eso no saliera a la luz.
-¿Y
Jesús de Nazaret?
-Fue algo mágico también. Me bautizaron en la religión
católica, me educaron en un colegio de los Hermanos Maristas
de Pamplona, fui a la Universidad de Navarra con una
beca....pero el periodismo y la vida me alejaron de la
iglesia, hasta que de una manera muy suave, sin chirriar
nada, me encontré conque no creía en nada de lo que está
establecido. Pero algo me decía que Jesús de Nazaret sí era
cierto, aunque no como nos lo habían contado. Un día me
encontré con una información muy importante sobre la vida de
Jesús, y así apareció 'Caballo de Troya'. Esa información me
cambió la vida. Ahora sí veo a Jesús de Nazaret como un
hombre de Dios. Soy apóstata, me retiré de toda iglesia, no
creo en ninguna religión, pero sí creo en Jesús de Nazaret
como un dios, es mi creador. Y por supuesto en el número
uno, el Padre Azul.
-Es
curioso que crea en Jesús, y en la vida después de la
muerte, que son dos puntos que defiende el catolicismo, y no
profese esta religión.
-Lo
que pasa es que el catolicismo ha enterrado el verdadero
mensaje de Jesús de Nazaret por interés. Y no sólo el
catolicismo, todas las religiones. La iglesia defiende la
vida después de la muerte, pero te pide algo a cambio:
cumplir los mandamientos. Tienes que hacerlo porque si no
vas al infierno, aunque el infierno está muy devaluado. Y no
es así. Al morir vas a un lugar al que van todos, o casi
todos, donde nadie juzga a nadie, donde la vida es para
siempre, la eternidad es real, y donde te das cuenta de que
Dios te ha dado un regalo: la inmortalidad. Personalmente,
creo que cada ser humano tiene la capacidad y el criterio
para sacar adelante su proyecto de vida sin necesidad de
servidumbres morales. Eso es lo que yo reprocho a las
religiones: si eres bueno y cumples mis dogmas alcanzarás la
vida eterna, y no es cierto, es un invento humano. Empezando
por la fundación de la iglesia, que no es ni muchísimo menos
una institución fundada por Jesús de Nazaret. Jesús nunca
quiso fundar nada, las palabras fueron manipuladas.
-Decía
antes que no tiene miedo a los muertos, ¿a la muerte
tampoco?
-Hombre, sí me produce cierto reparo cómo voy a morir. Si me
dicen que me va a aplastar mañana un tren, sí, me da miedo.
Pero no es lo mismo el suceso físico de la muerte, que dura
décimas de segundo, que la forma de morir. La muerte física
no me da miedo, porque sé cómo es, ya lo he vivido. No
llegué a morir pero me acerqué mucho. Fue como un sueño muy
dulce, donde se va apagando todo y se apaga la luz, esa es
la muerte. Eso no me asusta, y por supuesto sé lo que me
espera al otro lado, tengo una seguridad absoluta. Tengo
dudas, no sé cómo es exactamente el mundo al que voy a ir,
pero son detalles.
-¿Nunca ha protagonizado una de estas experiencias?
-En
este libro no, no aparezco para nada. Tuve una experiencia
con mi padre y la conté en el libro 'Al fin libre', pero en
este sólo hay casos vividos por otros.
-¿Su
curiosidad le ha metido en problemas?
-(Sonríe) Que yo recuerde me metió en un problema, pero no
pasó nada. Recuerdo un caso, en un pueblecito del País
Vasco. Murió un anciano y lo enterraron al día siguiente, a
las cuatro de la tarde. A las once de la noche me llamó un
amigo diciendo que habían abierto el féretro de la tumba y
había desaparecido el muerto. A la mañana siguiente me
contaron que después de enterrar a ese viejito, llamaron a
la casa del enterrador. Salieron una señora y una niña, y un
viejo con el cuerpo lleno de tierra le preguntó por el
enterrador. Fueron a buscarle, y el viejo le preguntó por
qué le había enterrado allí. Y desapareció. Yo me entero,
acudo rápidamente al cementerio, veo la fosa abierta... y me
extrañó mucho, porque si no tienes un permiso de exhumación
no puedes sacar un cadáver. Había pasado algo muy extraño.
Se llevaron el cuerpo esa misma tarde a la funeraria, y al
día siguiente lo llevaron a otro pueblo, donde quería el
viejito que le enterraran, junto a su mujer. Llegamos a
tiempo, abrimos el féretro en el depósito de cadáveres y
efectivamente, el viejito llevaba la ropa que describía el
enterrador, y estaba lleno de tierra. Fue un momento muy
delicado, la familia estaba entrando en el cementerio y si
me llegan a ver abriendo el féretro hubiera tenido
problemas. Pero yo tenía que constatar que era él. Fue un
momento de apuro.
-Ha
vivido situaciones muy complicadas, entonces.
-Sí, en el libro están las fotos además, abriendo el
féretro.
-Con
casi cinco décadas de trabajo a las espaldas, usted es uno
de los precursores en este campo de la investigación de
misterios.
-Fui uno de los precursores, pero no el primero.
-¿Quién abrió el camino?
-Estaba Andreas Faber-Kaiser, un investigador catalán,
Antonio Rivera...
-Ahora
también tiene sucesores, como Íker Jiménez.
-Sí, son investigadores jóvenes... lo que pasa es que son
investigadores que han dejado de investigar, se dedican más
a la difusión. Yo concibo investigar los casos yendo a los
lugares, interrogando a las personas, reuniendo
pruebas...ese tipo de cosas.
-Lo
sigue haciendo, entonces. No se ha retirado, como parecía.
-Lo
sigo haciendo en silencio. Quería retirarme, lo anuncié en
mi página web, pero no he podido, porque salgo de un lío y
me meto en otro. Ahora estoy investigando unos casos de
ovnis muy interesantes, luego me voy a otro sitio...
-Y
además tiene otro libro a las puertas.
-Tengo un libro en preparación, que no sé cuando saldrá,
supongo que el año que viene. Luego quiero terminar la vida
pública de Jesús de Nazaret, que se titula 'El diario de
Eliseo', que son los dos años y algo que quedan por contar
de su vida pública, es muy interesante.
-He
oído que admira mucho a Julio Verne.
-Sí, leí mucho a Julio Verne cuando era niño, me impresionó
mucho 'Veinte mil leguas de viaje submarino'. Tenía once
años.
-Ahora
que usted ha dado cien veces la vuelta al mundo...
-...O más.
-...si
Julio Verne pudiera conocerle, tal vez la admiración sería
mutua.
-Julio Verne era un maestro, tenía una capacidad de trabajo
maravillosa, increíble. Incomprendido, muy incomprendido.
Era un adelantado a su tiempo. Yo no, yo soy un periodista
muy tenaz, pero nada más. El maestro era Julio Verne, no yo.