J.J.
Benítez: «Estoy seguro de que tras la muerte seguimos vivos»
El experto en temas paranormales recoge, en
su último libro, testimonios de personas que cuentan su
experiencia con «resucitados»
Revista Pronto. 2187. Marzo 2014.
Texto: José de Santiago. Foto: Miguel Ángel Moya.

El
escritor pamplonés Juan José Benítez, célebre autor de
«best-sellers» como la saga «Caballo de Troya» , se ha
propuesto «quitarle hierro a la muerte» en «Estoy
bien» (Editorial Planeta), un libro en el que reúne 160
testimonios para ahondar en su creencia de que «en el más
allá hay otra vida física a la que no hay que tenerle ningún
miedo», A sus 68 años, está tan convencido de esto que
confiesa que «me estoy preparando para lo que me espera
tras mi muerte». En el libro que nos ocupa habla con
personas que cuentan sus experiencias con «resucitados»,
familiares y amigos que se les han aparecido después de
fallecidos.
«Tras la muerte -afirma Benítez-, despertamos en una
dimensión desconocida en la que no existe la enfermedad, la
tristeza, el dolor, los lazos familiares ... Nadie juzga a
nadie, todos se tutean, no se vuelven a morir, no hay
dinero, se trabaja en lo que te gusta y el infierno es un
invento de las religiones. Morir es, simplemente, una
mudanza. Y los"resucitados" han sido vistos tanto por ateos
como por creyentes».
PRONTO: ¿Qué hay en el más allá?
JUAN
JOSÉ BENíTEZ: La vida. Lo que vivimos ahora es una
chapuza, un suspiro que tiene unos objetivos, pero la vida
verdadera es la de después.
p.: En
el libro hablas de una poslble conexión entre «resucltados»
y extraterrestres...
J.J.B.:
Hay conexiones entre ambos, tanto a la hora de aparecerse
como de desaparecer.
p.:
¿Se puede tocar a un «resucltado»?
J.J.B.:
En algunos casos, sí. Recuerdo el de una señora que vio a
su madre muerta. Esa mujer estaba en la cama y la madre se
sentó a su lado y le cogió la mano. La fallecida estaba
helada. Y en una ocasión, a un hombre se le apareció un
familiar muerto, su abuelo, y tuvo tanto miedo que la
emprendió a puñetazos. Pero traspasaba ese cuerpo... Muchos
de los «resucitados» son transparentes, pero puedes apreciar
sus rasgos, su sonrisa extraordinaria de felicidad... No sé
de ningún caso en el que haya aparecido alguien malo.
P.:
¿Qué suceso te ha impactado más?
J.J.B.:
Hay uno, el de María Santos Troyano, a la que su abuela,
en sueños, le anunció que no había podido evitar en «el más
allá» algo que iba a suceder el día siguiente. Y lo que
ocurrió es que murió el hijo de su nieta.
Descubrió una cuenta corriente del difunto
Juan José cuenta otra posible trágica situación que sí se
pudo evitar: «Ocurrió en México. Murió una mujer que
tenía cinco hijos. Una noche, se le apareció en sueños a la
hija mayor, avisándole de que sacara rápidamente a sus
hermanos de la casa porque había un incendio. Como la chica
no reaccionaba, la madre le pegó una fuerte bofetada y la
despertó... y quedaron marcados en la cara de la muchacha
los cinco dedos. Pero se dio cuenta del incendio y pudieron
salvarse todos».
p.:
Una viuda descubrió una jugosa cuenta corriente de su marido
que desconocía...
J.J.B.:
Y fue gracias al fallecido. Se le apareció y le indicó el
banco, el número de cuenta y a quién tenía que dirigirse.
Fue al día siguiente y se encontró con 300.000 dólares.
P.: ¿Dios existe?
J.J.B.:
Sí. Una niña paquistaní que estuvo al borde la muerte, al
recuperarse, contó que había visto a Dios y que era de color
azul.
P.:
Dices que Jesucristo -resucltó» 19 veces.
J.J.B.:
Sí, son 19 apariciones, muchas más de las que cuenta el
Evangelio. Conozco casos de mujeres, de hombres, de judíos y
no judíos, que le han visto a lo largo de los siglos.
p.:
¿Por qué «regresan» los sulcldas?
J.J.B.:
Probablemente, para confirmar que siguen vivos en el más
allá y que no han tenido ningún tipo de castigo por haberse
suicidado. Que nadie juzga a nadie en ese otro mundo, al
contrario de lo que dicen las religiones.
P.:
Hablas también de «lnsplraclones dlvlnas».
J.J.B.:
Una chica brasileña vio a su abuela muerta en un sueño en
el que aparecía un anciano que daba consejos a gente viva.
La abuela explicó a su nieta que las ideas que tenemos no
son nuestras, sino que nos vienen inspiradas desde «arriba».

p.:
Cuentas la asombrosa historia de una fallecida que «volvió »
para recuperar unos zapatos.
J.J.B.:
Su hija había guardado en el maletero del coche un bastón
en el que se apoyaba la madre y unos zapatos. Al día
siguiente de morir esa señora, la hija salió a la calle y
vio a su madre delante del coche con los zapatos puestos y
con el bastón. Le entró tal terror que salió corriendo.
P.: ¿Y
el muerto que cantaba rancheras?
J.J.B.:
En un pueblo de los Estados Unidos, un cartero les dijo a
unas mujeres que qué bien cantaba rancheras un señor. Ellas
le contestaron que era su tío, pero que ya había muerto
hacía meses. Y el funcionario afirmó que eso era imposible
porque le había oído cantar siete días antes.
P.: Un
difunto se encaró con la familia por un problema de
enterramiento...
J.J.B.:
Bueno, cuentan que resucitó y le preguntó al sepulturero que
por qué le había enterrado allí. El vivo se espantó tanto
que sacó el ataúd de la tumba, llamó a la familia del
fallecido, y se lo llevaron a otro sitio, el lugar en el que
les debió de indicar que quería descansar.
«Les digo a los
incrédulos que se informen»
Otro
de los casos nos acerca a un «resucitado» en calzoncillos:
«Uno de sus familiares iba andando por la calle en la que
vivió el fallecido, y al mirar hacia el balcón de su casa le
vio en calzoncillos. El sobrino se espantó, se lo contó a la
viuda, y ella le explicó que, en esa misma casa, su marido
había sufrido un atentado».
p.:
¿Quién fue la monja de la curva que nombras en el libro?
J.J.B.:
Una religiosa muerta que se le aparecía todos los días a
una enferma en un hospital. Entraba por la puerta, hacía un
pequeño recorrido en curva y se ponía a rezar delante de la
cama. Estaba así una hora y media. Luego, la enferma
descubrió que esa monja aparecía en una estampa en la que se
especificaba que murió hacía muchos años.
P.:
¿No sentiste miedo al descubrir algunos de los casos que te
han relatado?
J.J.B.:
Lo único que les podría decir a los incrédulos es que se
informen. Y que cada uno saque sus conclusiones. Yo estoy
seguro de que después de la muerte seguimos vivos. Nos
regeneramos, se nos ve más jóvenes y felices.