Ampliación del extraño objeto de Cocoyoc.

1973

El ovni «tentacular» mexicano: otro mazazo a nuestros «esquemas mentales».

Creo que los esquemas humanos sufren una grave sacudida cuando uno contempla las fotografías del ovni de Cocoyoc, en México.

      Esta «máquina» -suponiendo que lo sea- nada tiene que ver con nuestros modelos aeronáuticos, satélites, misiles e, incluso, bombas.

      Creo que no somos conscientes aún de la importancia de la presencia de estos objetos en nuestro planeta.

      Pero vayamos a los hechos...

Cinco «tentáculos»

La mañana del domingo, 3 de noviembre de 1973, un matrimonio mexicano -que ha preferido conservar el anonimato- descansaba en el balneario de Cocoyoc, en el estado de Morelos. Les acompañaban un hijo de corta edad y la niñera de éste.

El matrimonio había decidido regresar a la ciudad de México hacia media tarde. De esta forma evitarían los atascos circulatorios. Y así lo hicieron.

      Hacia las cinco menos cuarto de esa tarde, y cuando apenas habían dejado atrás la población de Cocoyoc, la señora observó en el cielo lo que, en un primer momento, confundió con un helicóptero..

«Pero era muy raro...»

Conforme fue aproximándose al vehículo, la testigo advirtió a su marido y a la niñera de la proximidad de aquel curioso objeto..

      El conductor vio también el aparato y decidió parar el coche, «a ver de qué se trataba».

      El gran investigador Fernando. J. Téllez se entrevistó algún tiempo después con dicho matrimonio. Y éste fue el relato proporcionado por el conductor:

      «Paré el carro, me bajé y vi un objeto realmente extraño. Tenía forma de pera, con el vértice hacia abajo. Alrededor le colgaban cinco tentáculos o algo así...

      »El objeto se detuvo a unos 100 metros de altura, aunque no me considero muy bueno calculando distancias...

      »Tuve la impresión de que nos estaba observando..

      »A todo esto, mi señora y la niñera se habían bajado ya del automóvil y lo veían igual que yo..

»Estábamos emocionados y, al mismo tiempo, temerosos. Era una especie de mezcla entre la curiosidad y el miedo Creo que aquella situación hizo que mi mujer me pidiera que nos fuésemos. Pero yo casi ni la escuchaba. Le pedí mi cámara fotográfica y ella me gritó que estaba en la parte trasera de la camioneta y que nos fuéramos de allí.»

Cambio de objetivo

«Fui entonces a por la máquina -prosigue el testigo.- y disparé una primera foto. Cambié la lente (el objetivo.) y coloqué un telefoto (un teleobjetivo). Y así pude fotografiarlo dos veces más.

»Debo hacer notar que parecía como si aquellos tentáculos le sirvieran como medio de locomoción en el aire. Como si nadase. Los proyectaba en sentido opuesto al sentido de su marcha.

»Al alejarse vimos un segundo objeto, exactamente igual que este primero. Volaba al ras de las capas de los árboles y al poco desapareció entre la vegetación.

»Después vimos nuevamente al primer objeto. -al que yo había fotografiado ­y notamos que se disponía a aterrizar. Por detrás nuestro había dos niñas campesinas que miraban también hacia el objeto. Una de ellas salió corriendo en dirección al aparato, que se encontraba en aquellas momentos a unos 250 o. 300 metros de mi coche y posado junto a un árbol. Aunque había maleza entre el ovni y nosotros la verdad es que podíamos verlo a la perfección. Aún aguanté algunos segundos más -por si salía «alguien»-, pero terminamos por meternos en el carro y salir a toda prisa. ¡Estábamos muy asustadas!...»                                                                            .

«¿Confundirían mi cámara con un arma?»

Tanto la señora del fotógrafo como la niñera coincidieron con el testimonio de aquél. Todos ellos hicieron hincapié en un hecho muy significativo: «daba la sensación de que nos estaban observando...».

      Esta «sensación» se hizo más intensa en el instante en que el ovni se detuvo a poco más de 100 metros de altura sobre el grupo de testigos.

      «Al sacar mi cámara fotográfica -añadió el marido.- tuve otra idea. ¿Confundirían mi máquina con algún tipo de arma?»

Evidentemente, nada de esto sucedió. El testigo pudo hacer las tres fotos y quizá hubiera logrado alguna más de haberse decidido a avanzar hacia el objeto que acababa de tomar tierra. Sin embargo. -y sé esto por experiencia- el miedo en esas circunstancias resulta a veces poco menas que irracional y, por tanto, muy difícil de sujetar.

Conozca a personas que han expresada su intención de aproximarse a estos vehículos, en el supuesto de que se encontraran en situación parecida. Aunque no dudo del valor de nadie, tengo mis dudas sobre la reacción final y definitiva de dichas personas si realmente tropezaran con una de estas naves...

Aunque el matrimonio de Cocoyoc no es aficionado a la lectura ovni, resulta muy curioso -y así lo refleja el investigador Téllez- que siempre se refirieran al objeto como si estuviese manejado inteligentemente. Para los tres testigos, en suma, estaba fuera de toda duda que aquel objeto era dirigido por seres inteligentes.

«Una bola con picos»

Por su parte, Rosa, la niñera, hizo una exposición más sencilla y espontánea: «Era una bola con picos a los lados. El señor nos preguntaba que donde estaba la cámara y la señora gritaba que nos metiéramos al coche y que nos fuéramos.»

Según todas las estimaciones, y es importante puntualizar que el fotógrafo tenía el sol a sus espaldas, el objeto era de un color verde oscuro mate. Semejante al que usan las unidades militares. Tenía forma de pera invertida y con cinco «tentáculos» o prolongaciones que lo rodeaban y que parecían servirle como «reactores», aunque en ningún momento vieron humo, llamas o gases. Sencillamente, el ovni se trasladaba en sentido contrario al que marcaban dichos «tentáculos».

Al aterrizar, estas «extremidades» actuaron como patas o tren de aterrizaje. Es una lástima que el testigo no se decidiera a hacer algunas fotos del ovni en tierra. Ello nos hubiera proporcionado un documento valiosísimo sobre la nave en sí misma y sobre los enigmáticos «tentáculos».

     El ovni tenía unos 12 metros de altura y 8 de diámetro en lo que correspondía a la esfera mayor de la «pera».

     Según todos los cálculos, el tiempo total de observación de los objetos fue de unos ocho minutos, aproximadamente.

En la primera imagen, el objetivo se encuentra bastante alejado y con los «tentáculos» en sentido contrario al de la marcha. Al cambiar el objetivo normal por un teleobjetivo, el ovni adquirió mayor claridad (segunda y tercera tomas).

La opinión de un especialista

El rollo fue rematado con las clásicas fotos familiares y llevado a revelar en la misma ciudad de México (Distrito Federal). Y sucedió como en otras ocasiones. Algunos miembros de la familia y amigos manifestaron sus dudas respecto a lo que se había fotografiado. Otros, incluso, apuntaron la posibilidad de que no hubiese salido nada... Algunos hablaron de «helicópteros».

La sorpresa fue mayúscula cuando vieron aquellas tres imágenes absolutamen­te nítidas y en color. El ovni -con sus «tentáculos»- aparecía inmóvil en el espacio. En una de las tomas se le veía en una posición diferente, desplazándose.

Fernando Téllez pudo obtener las fotografías y negativos y los trasladó hasta el director de los Servicios Especiales de Kodak Mexicana, S. A., señor Padilla, que realizó los estudios pertinentes.

       Roberto Padilla es uno de los fotógrafos más prestigiosos de América, miem­bro de las más destacadas asociaciones fotográficas del mundo y conocedor de todas las técnicas para falsificar fotografías.

Su análisis se inició con una ampliación de los negativos. Después centró su interés en el grano y en la continuidad del mismo, finalizando con otras pruebas. El resultado final -comunicado por Roberto Padilla a Fernando J. Téllez- fue el siguiente:

«Los negativos son auténticos. La cámara utilizada para tomar las fotos fue una Minolta SRT 101. La primera fotografía fue tomada con una lente de 50 mm (normal) y las números 2 y 3, con un telefoto (teleobjetivo) de 135 milímetros, con película Kodacolor 80 ASA-20 DIN.»

Al ser interrogado sobre las posibles conclusiones que podían deducirse del examen de las fotos del ovni de Cocoyoc, respondió:

«1. La cortina de la cámara está desajustada y proyecta una pequeña y ligera sombra en el negativo, que aparece en todas las fotografías del rollo, incluyendo las 3 del ovni, lo que indica que fue tomada en una sola secuencia y con la misma cámara.

       »2. Aparece en las fotos 2 y 3 una nube que sirve, de referencia para ver la trayectoria del descenso del objeto.

»3. El negativo número 14, una de las fotos del ovni, tiene una serie de pequeñas burbujitas, por llamarlas así, pero es debido al uso, este accidente no ha sido considerado para determinar si la foto es o no es verídica.

»4. Lo más característico de las fotos es que una persona está tomando fotos de su familia en un balneario; siguen 3 de un objeto extraño y continúan las fotos familiares. Si yo hubiera querido falsificar unas fotos hubiera tomado varios rollos y hubiera mostrado las mejores; no solamente 3 que se encuentran entre fotos familiares, es ilógico.

»En resumen -concluye el experto- la secuencia del rollo es lógica; el defecto de la cortina es continuo; el hecho de que las fotos 2 y 3 sean más claras se debe a que al cambiar la lente (objetivo) por un telefoto se abrió un paso más de diafragma para dejar entrar más luz.

»Mi conclusión es: estos negativos son auténticos. No han sido tocados.

»Las fotografías son verdaderas y honestas. Si se tratara de un truco yo lo hubiera hecho mejor sin tantas limitaciones. Yo le doy el 98 por 100 de posibilidades de que son verídicas.»

 

< Diagrama comparativo entre la nave de Ezequiel (según el ingeniero J. Blumrich) y una de las imágenes del «caso Cocoyoc». (Dibujo de Noemí Suaci.)

   No ha querido dinero

Téllez recalca en su investigación que el testigo y fotógrafo no ha deseado aparecer jamás con su nombre y apellidos, ni tampoco ha pedido dinero por los negativos o copias. Esto, lamentablemente, ha ocurrido y ocurre aún con otros testigos ovni, que han logrado fotografiar estas naves. En 1979, como veremos, el «comercio» con una serie de fotografías ovni llegó a cotas escandalosas en nuestro país. Y hablo de «comercio» porque, desde mi punto de vista, toda prueba o testimonio ovni es patrimonio de la Humanidad. Y como tal, la sociedad tiene derecho a conocerlo sin más. Lamentablemente, esta postura no es considerada hoy por muchos ciudadanos, editoriales o medios de comunicación. Al contrario: se trafica, se compra y se vende todo. Desde un negativo ovni al testimonio hablado o escrito...

Y no es de extrañar tampoco, dado que nuestra red social está montada sobre el principio del dinero. En nuestro mundo se paga por todo: por atender nuestra salud, por recibir cultura o por profesar una determinada religión...

¿Cómo no se iba a comerciar entonces con el tema ovni?

Una de mis batallas se centra precisamente en este punto: hacer llegar mis informaciones, investigaciones o pruebas ovni a un máximo de personas, gratuitamente. Y así espero seguir. El hecho de que mis libros se «vendan» en las librerías constituye, en el fondo, una pequeña-gran tragedia personal. Lo ideal, de acuerdo con estos planteamientos, sería poder proporcionar todo ese esfuerzo de forma generosa y desinteresada. Pero mucho me temo que mi propuesta no sea del agrado de los editores...

¿Qué hacer entonces? La única salida que se me ocurre -si de verdad deseo seguir investigando- es cubrir los gastos de toda investigación con el posible dinero que sale de esas ventas de libros, pero no cobrar jamás en conferencias, reportajes, entrevistas o programas de radio y televisión.

Pero regresemos al tema que nos ocupa: Cocoyoc.

      El testigo y fotógrafo -según Téllez- es un hombre de conducta intachable, que ocupa un importante cargo en una empresa financiera. Para dicho testigo, el encuentro con esta nave ha supuesto un sensible cambio en su vida.

Este último hecho -su «cambio» personal- merece un leve comentario. Conozco a muchos testigos ovni. Y resulta sospechoso que este tipo de «encuentros» con naves del espacio haya hecho «cambiar» los esquemas mentales, única y exclusivamente, a los testigos con un mínimo de cultura o inquietud mental.

En líneas generales, y según mis propias apreciaciones, ese giro en la forma de enjuiciar la vida es tanto más profundo cuanto más sensible sea la persona. En otras palabras: cuanto mayor sea la «apertura mental» del testigo.

En el fondo es del todo lógico. Un testigo de escasa cultura y ninguna inquietud espiritual (entendiendo por «espiritual» cualquier manifestación del espíritu humano), difícilmente podrá hacerse preguntas trascendentales. A lo sumo -y esta suele ser la reacción general-, huye o adopta una postura de agresividad. Es raro que desee hablar de su «encuentro» y trata de olvidado «por todos los medios»...

Y debe quedar perfectamente nítido que una «mayor cultura» o «inquietud espiritual» o «sensibilidad humana» no tienen por qué ir vinculados necesariamente a personas ilustradas o de alta categoría profesional o social...

Resulta natural, por tanto, que esa clase de personas -de mente «abierta ­reaccionen casi siempre ante la visión de un ovni o de sus ocupantes con un cambio rotundo en sus pensamientos y con un «retorno» a los valores más íntimos y humanos de todo ser trascendente.

Esas naves, en definitiva, son la prueba palpable de la existencia de toda una «trascendentalidad»...

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