1974

Málaga: el globo sonda era un ovni

En plena «oleada» ovni sobre España, un reportero gráfico malagueño -Fernando Salas- lograba una importante secuencia. El 27 de marzo de 1974, hacia las diez de la noche, el fotógrafo del diario Sur acudía hasta las proximidades de Ciudad Jardín, uno de los barrios de la capital de la Costa del Sol. Numerosos vecinos habían bombardeado con sus llamadas la redacción del mencionado periódico local. Algunos objetos luminosos habían aparecido sobre la zona...

Salas, con muchos años de profesionalidad a la espalda, no lo dudó. Y esa misma noche regresaba a su periódico con un pequeño-gran «tesoro» en su cámara. Había conseguido fotografiar uno de aquellos extraños objetos ovoides y brillantes, que se destacaban extraordinariamente contra el cielo negro y borrascoso.

Conozco personalmente a Fernando y jamás he dudado de su honradez. Los negativos, por supuesto, son genuinos. En realidad, como ha ocurrido en otros casos, el fotógrafo hizo las fotos, al mismo tiempo que otros vecinos de Ciudad Jardín contemplaban los ovnis. Antonio Barcelona, uno de los testigos, señaló que el objeto de mayor tamaño podía tener unos 100 metros de longitud y que se encontraba a unos 8 kilómetros de la ciudad, inmóvil sobre una montaña. Los ovnis de Málaga fueron visibles durante más de media hora.

Los socorridos globos sonda

El 29 de marzo, el rotativo Sur publicaba las fotografías y la noticia de la aparición de los ovnis sobre Málaga. Aquello provocó un mayor revuelo, en especial entre los periódicos de la competencia, que se apresuraron a «encontrar una explicación» a la primicia mundial de Salas.

     A las pocas horas, «las aguas volvieron a su cauce», gracias a la siguiente noticia, publicada en el diario Sol:

     «El ovni de Málaga era sólo un globo sonda.»

     Por su parte, la agencia Europa Press lanzaba el siguiente teletipo al resto del país:

Málaga. El ovni observado la noche del miércoles pasado en la barriada malagueña de Ciudad Jardín ha resultado ser un globo radio-sonda, matrícula CO-10 092-G-3 817, que apareció el jueves en la finca Piamonte, de Alhaurin de la Torre, según informa el diario Sol de España.

         Don José García López, quien encontró el artefacto junto a un naranjo, ha manifestado al periódico que en un primer momento no se atrevió a acercarse al globo. «Estaba sugestionado, -dijo- ante las numerosas apariciones y noticias de ovnis. Llamé a mi hermano Juan y ya nos acercamos. Aquello no podía comer a nadie. Y nos dijimos: ya hemos cogido un ovni. Después lo notificamos a la Guardia Civil.»

Por su parte, don Vicente Tomás Pérez, observador oficial del Servicio Meteorológico Nacional, ha dicho que se trata de un globo sonda que se lanza a grandes alturas para conocer la velocidad del viento y las temperaturas.

El motor del globo lo tiene ahora la Guardia Civil de Alhaurin de la Torre y su paracaídas de color crema claro está en la redacción de Sol de España. En el costado del motor hay una hélice en forma de cazoleta y un ensamblaje de varillas metálicas, además de un espejo muy brillante y una lona en forma de paracaídas. Según parece, la luz que despide el aparato se desliza en la superficie metálica, lo que le hace visible durante la noche.

      La verdad es que el autor de la noticia no dio una...

      Para empezar, este tipo de globo-sonda no dispone de luz propia. ¿Cómo iba a «deslizarla entonces sobre la superficie metálica»? A esas horas de la noche -y en pleno mes de marzo-, un globo de estas características resulta muy difícil de ver y prácticamente imposible de fotografiar...

Pero además, si estos globos -que no alcanzan el metro de diámetro- no tienen luz propia, ¿qué era lo que veían miles de malagueños en la oscuridad del cielo? ¿Qué fue lo que fotografió Fernando Salas y que apareció en la primera página del diario Sur?

El hecho de que al día siguiente se recogieran los restos de un globo sonda auténtico, lanzado desde el Servicio Meteorológico de Gibraltar, no tiene nada de particular. Yo diría que para un ciudadano mínimamente informado y con cierto sentido común, la comparación entre los restos del globo sonda «de verdad» y el supuesto «globo sonda» que brillaba sobre Málaga a las diez de la noche resultó definitiva.

Basta observar las fotografías de Fernando Salas para comprender que aque­llos objetos se hallaban a distancia y que sus dimensiones nada tenían que ver con el pequeño «paquete» que constituye la «emisora» del globo gibraltareño.

Una visita al servicio meteorológico nacional

Pero el «incidente» malagueño no ha sido el único. En mis archivos figuran un sin fin de casos ovni, «degradados» a simples globos sonda y viceversa. De todo hay...

Así que, con la sana intención de enterarme -de una vez por todas- en qué consistían los socorridos globos meteorológicos, me dirigí al Servicio Nacional de Meteorología, enclavado en el corazón de la ciudad universitaria de Madrid.

     Allí, y gracias al secretario general, don José Mario Giménez de la Cuadra, pude llegar hasta la estación de Radio-Sondas, dependiente de dicho servicio.

El jefe de la citada estación, don Manuel Gutiérrez Suárez, y don José Luis Cárdenas, jefe de equipo, respondieron amablemente a mis preguntas sobre las características, formas y funcionamiento de dichos globos:

-Empecemos por lo más elemental. ¿Qué es o qué puede entenderse por globo sonda? .

     -En líneas generales, los globos sonda se utilizan para hacer sondeos de la atmósfera. Llegan hasta los 20000, 22000 o 25000 metros. Depende...

     -¿Y qué sondeos o mediciones llevan a cabo?

-Los globos sonda hacen una exploración sistemática de las distintas capas de la atmósfera por las que ascienden, transmitiendo datos sobre la temperatura, presión y humedad. Esos datos son recogidos y transmitidos por una «emisora» que cuelga del globo. Este es lanzado a la atmósfera desde tierra y generalmente se eleva a una velocidad uniforme. Entonces, nosotros, desde la estación -y a través de un receptor- vamos recibiendo los datos que emite la «emisora» del globo sonda. Esos datos van saliendo automáticamente en una especie de diagrama, conforme son transmitidos por el globo sonda. En muchas de esas transmisiones surgen variaciones o cambios bruscos en la atmósfera. Nosotros lo designamos como «puntos notables». El globo sigue ascendiendo y la temperatura, por ejemplo, va descendiendo paulatinamente. Cada 1000 metros de altura, más o menos, la temperatura del aire desciende del orden de los 6,5 grados centígrados. Hasta que el globo alcanza la llamada «frontera del tiempo» o «techo del tiempo», cono­cida técnicamente como tropopausa. A esa altura -que oscila en tomo a los 10-15 kilómetros-, la temperatura se estabiliza y apenas si va disminuyendo uno o dos grados conforme se sigue subiendo.

     -Este punto es importante. ¿Hasta qué altura puede llegar un globo sonda?      

     -Eso depende de muchos factores. Pero lo normal es que estallen a unos 25000 metros del suelo. Pueden hacerlo antes o, incluso, más arriba. Es cuestión del material con que ha sido confeccionado el globo, de las condiciones meteorológicas, etc. A veces se ha llegado a 20 milibares, que corresponde a 27 000 metros. Pero no es normal. Los globos estallan antes.

    -¿Por qué estallan?

    -Por la diferencia de presión. Es decir, conforme el globo va subiendo, la disminución e, incluso, la casi falta de presión atmosférica hace que ese globo vaya ensanchándose, aumentando de tamaño. Cuando llega a un punto máximo de dilatación, estalla.

    -¿Qué forma tienen?

    -Los que lanzamos aquí y en el resto de las estaciones españolas son redondeados, con cierto aspecto de pera. Y están estudiados como para que aguanten un tiempo máximo. Ese tiempo, en líneas generales, puede ser de una hora y media o dos horas, según las circunstancias. Es decir, el tiempo que un globo tarda en subir hasta el «techo» límite puede oscilar entre dos horas y una hora y media. Normalmente transmite durante otra hora y después termina por destruirse.

   -¿A qué horas los lanzan?

   -Los globos sonda, a las 12 del mediodía y a las 12 de la noche. Y lo mismo se hace en el resto de las estaciones.

    -¿Y cuántos se dejan libres cada vez?

    -Uno en cada lanzamiento. En Europa y en el resto del mundo se hace lo mismo y a las mismas horas. De esta forma se va reuniendo una serie de datos e informaciones con los que pueden elaborarse los mapas de previsión del tiempo.

    -¿Dónde están las restantes estaciones españolas?

    -Además de la nuestra hay otras tres: una en Palma de Mallorca, otra en Tenerife y la tercera, en La Coruña. Pues bien, con los datos obtenidos por estas estaciones y por las del resto de las naciones del mundo se hacen unos mapas de la atmósfera. Vienen a ser «cortes» de la atmósfera. Unos a 300 milibares, otros a 500, a 200, etc. La troposfera, como usted sabe, se extiende desde los 1 000 a 100 milibares. Después está la ya citada tropopausa, hasta algo menos de un milibar y, más arriba, la estratopausa -entre los 40 y 60 kilómetros-; la región D (ionosfera) , entre los 60 y 85 kilómetros; la mesopausa, entre los 85 y 170 kilómetros de altura; la región F1  (ionosfera), que se extiende hasta los 220 kilómetros y, por último, la región F2 (ionosfera), por encima de esos 220000 metros de altitud.

    -¿Qué dimensiones tienen los globos que se lanzan en España?

    -Aproximadamente, un metro y medio de diámetro. Y conforme va ascendiendo se va dilatando, tal y como le comentábamos anteriormente.

    -Antes de estallar, ¿qué diámetro máximo puede alcanzar?

    -Bueno, eso depende también de la naturaleza del material con que haya sido hecho. Pero, por regla general, puede dilatarse hasta unas cuatro veces su tamaño original. Es decir, alrededor de los seis metros.

    -¿De qué material están hechos?

    -Están fabricados con una goma especial.

    -¿Estallan siempre?

    -Sí, claro. A no ser que pierdan gas y entonces se vienen a tierra.

    -¿Y qué sucede con la emisora?

    -Se abre un paracaídas rojo y desciende. Antes se recuperaba casi el 80 por 100 de las emisoras. Pero, ahora, con los nuevos materiales, ya no merece la pena su recuperación. La sociedad de consumo -apuntó uno de los técnicos con gran sentido del humor- ha dictaminado que «a globo muerto, globo puesto».

   -Como es lógico, la brisa empuja los globos hacia cualquier parte...

   -Efectivamente.

   -¿Y qué me dicen de los globos especiales?

   -Bueno, esos no los lanzamos nosotros. Hay, efectivamente, diversas clases de globos sonda, que se utilizan para otras finalidades.

     -Otro punto importante. ¿Puede un globo sonda quedar inmóvil o estabilizado en el aire?

-Sí, por supuesto, aunque es muy difícil. Las razones, generalmente, son dos: una, que el globo pierda gas. La segunda, que el hielo que puede cubrir el globo en determinadas circunstancias y altura haga que quede frenado y, en algunas ocasiones, inmovilizado. Si el globo, por ejemplo, entra en una masa frontal fría,  todo el agua que termina por bañar el globo empieza a congelarse conforme sigue ascendiendo, formándose una capa de hielo que abraza materialmente la totalidad del globo y de la emisora. Puede suceder entonces que el globo sonda quede quieto en el espacio. Pero es extraño.

      -¿Qué temperaturas mínimas puede registrar un globo sonda?

     -Depende también. Pero lo normal es que el globo -hasta entrar en la tropopausa- sufra del orden de los 50 a 60 grados bajo cero. Esas temperaturas, obviamente, pueden formar una capa de hielo en la superficie del globo y hacer que, en determinadas circunstancias, se estabilice.

     -¿Qué velocidades máximas puede alcanzar el viento a esos niveles?

     -A partir de los 500 milibares, y especialmente en la cota de los 300, se detecta lo que se denomina «corriente en chorro», que puede llegar a los 150 y 180 nudos; es decir, unos 300 kilómetros por hora. La «corriente en chorro», precisamente, es una de las grandes preocupaciones de los técnicos de las compañías aéreas a la hora de trazar los planes de vuelo para sus aviones. No es lo mismo, lógicamente, volar con una «corriente en chorro» a favor que en contra... Pues bien, otro de los datos que localizan y transmiten los globos es éste: la velocidad de los vientos. Pero nos estamos refiriendo ya a otro tipo de globos... En suma, a unos 2 000 pies por debajo de la tropopausa es donde se localiza con mayor frecuencia esa «corriente en chorro».

     -¿A qué velocidad máxima puede llegar una «corriente en chorro»?

     -Quizá a 200 nudos. En otras palabras, a unos 400 kilómetros por hora.

     -¿Hasta qué punto un globo sonda puede descender hasta casi tocar tierra para luego volver a ascender?

-Prácticamente resulta imposible. Un globo sonda puede perder gas y caer descender lentamente hasta el suelo. Pero, en ese caso, nunca podría elevarse nuevamente. Es lógico...

-Supongamos otra situación. Un globo llega a determinadas capas de la atmósfera y se produce una congelación del agua que lo baña en esos momentos. ¿Podría -en este supuesto- reflejar la luz solar y ser visto, incluso, desde tierra?

-A esas alturas -entre 10 y 30 kilómetros- es muy difícil. De día, desde lue­go, no. Quizá en el momento del crepúsculo y siempre que se tratase de un globo especial, de grandes dimensiones. Una vez que se ha hecho la oscuridad es impo­sible que refleje la luz solar, puesto que se encuentra dentro del cono de sombra de la Tierra. Con esto sucede lo mismo que con los satélites artificiales...

     -Bien, pasemos al capítulo de los globos llamados «radar-viento». ¿En qué consisten?

-Son exactamente iguales que los anteriores, pero se destinan a la medición del viento. En lugar de llevar colgada una emisora disponen de una pantalla que refleja una determinada onda. Cada minuto se lanza una onda sobre la pantalla y así, a base de las distintas posiciones del globo, puede averiguarse la velocidad y la dirección del viento. Estos globos se lanzan a las seis de la mañana y a las seis de la tarde. Son idénticos a los sonda. De momento estos globos de «radar-viento» sólo se lanzan desde aquí, desde Madrid. Cada 24 horas por tanto, en nuestro país se lanzan a los cielos 10 globos meteorológicos.

Con aquella conversación habían quedado claros bastantes puntos.

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