1979

Canarias: el ovni fue un magnífico ovni

Cuando medio mundo no se había repuesto aún de la sorpresa que provocó la película de la televisión australiana, desde las islas Canarias saltó otro caso ovni. Un suceso que, por su envergadura, tiempo de observación, número de testigos y pruebas fotográficas, yo calificaría de uno de los más completos y elocuentes del mundo, al menos por ahora.

Sería injusto y poco periodístico tratar de ajustar en unas escasas páginas cuanto sucedió aquella tarde-noche del 5 de marzo de 1979 en el archipiélago. Sólo el volumen informativo que obra en mi poder y que abarca los testimonios de decenas de hombres y mujeres de las islas de Tenerife, Gran Canaria, La Palma, Gomera, Hierro y de la costa africana, así como de los barcos y aviones que navegaban en aquellos momentos en las Canarias, necesitaría ya un único libro. Si a esto añadimos las sucesivas investigaciones, los exhaustivos análisis del medio centenar largo de fotos en color blanco y negro que he podido reunir y las opiniones de meteorólogos, físicos, astrónomos y militares españoles y norteamericanos -expertos fundamentalmente en lanzamientos de misiles agua-aire-, se comprenderá la imposibilidad material de trasladar tan ingente documentación a este limitado espacio.

Puedo adelantar al lector, sin embargo, que este riquísimo informe sobre el ovni del 5 de marzo en Canarias no morirá «congelado» en mis archivos. Preparo ya un completo libro sobre el particular; con una no menos extensa e intensa investigación sobre otros cinco casos -ocurridos todos ellos en el archipiélago- y que, en mi opinión, guardan una estrecha relación con lo vivido por miles de canarios en la noche del 5 de marzo de 1979.

Me limitaré, por tanto, en el presente trabajo, como hice con el suceso de la formación ovni sobre la basílica del Pilar de Zaragoza, a una recortada exposición de los hechos y de algunas de las peregrinas explicaciones que llegaron a lanzarse.

Dos fases

A juzgar por los documentos gráficos obtenidos aquella noche, y por los cientos de testimonios, el fenómeno del 5 de marzo de 1979 tuvo dos grandes fases.

En primer lugar, los «anillos luminosos» o el «extraño atardecer», como fue definido, y que apareció ante los asombrados canarios alrededor de las siete de la tarde (esta hora no ha podido ser fijada con exactitud). Miles de personas, prácticamente desde todas las islas, así como un total de 10 aviones en vuelo, fueron testigos de estas formaciones multicolores, que fueron ensanchándose lentamente sobre el horizonte oeste.

Sus tonalidades fueron tan vivas y distintas a cualquier puesta de sol, que la atención de propios y extraños quedó fijada de inmediato en dicho horizonte. Los «anillos», como los llamaremos de ahora en adelante para una más fácil comprensión, reunían todos los colores del arco iris. A juzgar por los distantes puntos desde donde fueron vistos, y como veremos más adelante, la extensión de tales «anillos» tuvo que ser enorme.

Primera fase del fenómeno del 5 de marzo de 1979 en las islas Canarias. Unos misteriosos «anillos» multicolores llenaron el horizonte.

Conforme fueron desapareciendo los últimos rayos solares -no olvidemos que el Sol se puso aquel 5 de marzo a las siete y diez minutos (hora local)- los miles de testigos vieron con asombro cómo los colores de los «anillos» cobraban una extraordinaria viveza.

Una vez oscurecido el cielo, los testigos (y así ha quedado reflejado en las fotografías) observan unas líneas zigzagueantes amarillas y de gran intensidad luminosa. Esas « bandas» parecen arrancar del mar, recorriendo la totalidad de los «anillos». Es en esos momentos cuando éstos empiezan a ensancharse, adquiriendo unas proporciones colosales. El misterioso fenómeno se prolonga por espacio de casi una hora y media (recordemos que el suceso termina prácticamente hacia las ocho y cuarenta minutos). Pero antes de que los «anillos» se disuelvan, miles de personas iban a contemplar la fase más espectacular: la aparición de un objeto volador no identificado y de una especie de gigantesca «campana» de luz. Ésta sería la «segunda fase».

Un «caldero achatado»

Esta segunda fase se inició hacia las ocho y diez de la noche, aproximadamente. La oscuridad era ya total, puesto que el Sol se había ocultado, como mencioné anteriormente, a las siete y diez de la tarde y la duración total del crepúsculo en estas latitudes fue de 24 minutos y medio. Estos datos son importantes porque, como veremos en el capítulo de las interpretaciones, algunos «adoradores de computadoras» no los tuvieron muy en cuenta, cometiendo -una vez más- lamentables y cómicos «patinazos».

Pues bien, hacia las ocho y diez de la noche, y en mitad de los «anillos» luminosos y multicolores, surge desde la línea del horizonte (no está claro que el objeto saliera del mar) una «bola de fuego», un «disco plateado» o un aparato con forma de «caldero achatado». Éstas fueron las descripciones más comunes del artefacto que, indudablemente, se elevó hacia el firmamento, dejando atrás la más espectacular «campana» de luz que se haya visto desde las islas Canarias. Esta «campana» ilumina buena parte de la noche canaria, provocando los lógicos temores y asombros.

A partir de la ascensión de este objeto volador no identificado, los «anillos» multicolores comienzan a difuminarse, terminando por desaparecer en su totalidad a los pocos minutos.

Desde Izaña (Tenerife): cinco minutos de ascensión

Aunque resultaría poco menos que imposible hacer una relación completa de las personas que contemplaron el fenómeno, parcial o totalmente, trataré de reunir y sintetizar los testimonios más destacados.

Isla de Tenerife (Observatorio de Izaña): En esta privilegiada «atalaya», a más de 2 000 metros de altitud, se encuentra también la antena de TVE que envía la señal a las islas. Aquel lunes, día 5 de marzo, Gilberto Naranjo e Ildefonso Altamirano, ambos técnicos de televisión, se encontraban de servicio en la emisora. Hacia las siete y media de la tarde, Gilberto revisaba el instrumental técnico.

-De pronto vi un gran resplandor. Siempre llevo las maras fotográficas. Aquello no era normal -declaró-. La noche estaba despejada y podía apreciar muy claramente la silueta y la sombra del Teide contra el paisaje. Comencé a tirar fotos -siempre en exposición- y logré algunas francamente buenas.

El fenómeno, visto desde Izaña.

Cuando los periodistas le interrogaron sobre si podía haberse tratado de una puesta de sol, Naranjo respondió:

-Ni hablar. He visto miles de puestas de sol desde Izaña y sé cómo son. Aquello era un «globo» de fuego, un aparato que salió del mar y cuyo resplandor llegó a todos los puntos de Canarias. Era algo extraño y jamás visto por mí. Me hizo temblar hasta el fondo de los huesos...

Cuando otro reportero le comentó la posibilidad de que fuera un misil, el técnico lo negó en redondo:

-No puede ser porque las estelas dejos proyectiles mar­aire son completamente distintas.

Según Gilberto Naranjo, la ascensión del ovni produjo una media hora de luz en grandes áreas de las islas.

Gilberto Naranjo, autor de unas excelentes tomas fotográficas, y el prestigioso meteorólogo Mariano Medina. «Por supuesto -afirmó- no se trata de un fenómeno meteorológico.»

«Eran luces de colores que permanecieron en el cielo como una fabulosa alfombra. Sé por los periódicos -prosiguió- que los radares de la Zona Aérea de Canarias no detectaron nada anormal. Ésta es otra prueba más de que no pudo ser un misil. Fue una lástima que el aparato saliera tan velozmente. Sólo pude tomar unas cuantas diapositivas.

Pero no llegué a captar la forma de la masa, que, en mi opinión, tenía una forma de "pera" o de globo enorme y de un color indefinido.»

Las fotografías de Gilberto Naranjo, sin embargo, fueron extraordinariamente oportunas y de un valor inestimable para los estudiosos.

Por su parte, lldefonso Altamirano, compañero de Gilberto, también pudo contemplar el fenómeno en todo su esplendor. El hecho de no estar sacando fotos del mismo le permitió quizá una más detallada observación. Según Altamirano, el «disco» dejaba atrás una especie de cono o campana luminosa.

Para el primer testigo -Gilberto Naranjo-, el ovni voló primeramente hacia arriba. Después en dirección a las islas y, finalmente, su trayectoria cambia y asciende nuevamente hasta perderse en el cenit.

Desde Izaña se cronometra esta ascensión final en unos cinco minutos. En el primero y segundo movimientos, la trayectoria es irregular. La describen como «en caracol». En el cielo va quedando una estela que mantiene su brillo amarillento o verdoso, según las zonas. Esa extraña estela se presenta más luminosa allí donde el brillante «disco» efectuó cambios bruscos de dirección.

Espléndida foto de Gilberto Naranjo, desde Izaña, correspondiente a la segunda fase del fenómeno.

 

Otra fotografía tomada por Gilberto Naranjo desde Izaña.

Al iniciar la ascensión final, el ovni -que había permanecido hasta entonces en el vértice de la gran campana luminosa- deja atrás una impresionante «estela», por llamarla de alguna forma.

Para Altamirano, el ovni, que voló primero en dirección horizontal y después en vertical, «dejaba una estela similar a la de un barco que surca las aguas. En ningún momento dejó de formarse. Conforme alcanzaba altura, la "estela" era tan tenue y delicada que no salió en ninguna fotografía».

Otros testigos confirmaron las explicaciones de Naranjo y Altamirano, añadiendo que «conforme el ovni ascendía, daba la impresión de que el aire se volvía luminoso».

Un fotógrafo desconocido consiguió estas dos imágenes desde la isla de Tenerife (página anterior). Corresponden a la segunda fase del fenómeno: la aparición, propiamente dicha, del ovni.

Fue esta gigantesca campana de luz la que iluminó la noche canaria, asombrando y aterrorizando a muchos.

Otros cientos de testigos situados en las zonas bajas de las islas -especialmente en Tenerife- afirmaron que, al llegar a cierta altura, la «estela» se detuvo y el objeto prosiguió su ascensión «como un punto brillante».

Y todo ello en el más absoluto y sobrecogedor silencio.

Los pájaros callaron

Otros miles de testigos contemplaron el fenómeno desde las costas del sur y suroeste de Tenerife. En la concurrida zona de la Playa de los Cristianos, por ejemplo, y durante más de una hora, los numerosos pájaros existentes en este puerto pesquero guardaron un silencio impresionante y anormal. Nada más ocultarse el Sol, y coincidiendo también con las primeras fases del acontecimiento, los habitantes y turistas de Los Cristianos notaron unas ciertas oleadas de calor. Durante todo ese tiempo, el viento se calmó, pudiendo encenderse un fósforo en la misma playa sin que la llama oscilase. Este hecho, para quien conozca la playa de Los Cristianos, es algo insólito...

Otros vecinos de Los Cristianos observaron igualmente unas olas de metro y medio de altura. Lo curioso es que «no había viento»...

Algunas mujeres se desmayaron

En otras poblaciones, como fue el caso de Guía de Isora, la presencia del ovni provocó sustos, alarmas y hasta desmayos.

«Pensábamos que había llegado el fin del mundo -dijeron-. La plaza del pueblo se llenó de gente. Aquello estaba entre las islas de La Playa y Gomera. Era como un globo que se acercaba cada vez más y que iba cambiando de color: lila, gris, anaranjado...»

Otros vecinos de Guía aseguraron también «que el tiempo cambió». Poco antes del suceso, la temperatura era más bien fría. Después, el ambiente se caldeó.

Esto coincide con lo experimentado en la zona de Los Cristianos, donde intensas oleadas de calor «acompañaron» al fenómeno.

Como una «copa»

También desde La Gomera fue visto el ovni y quizá con más claridad que en el resto de las islas.

Lourdes Hernández Rodríguez, por ejemplo, describió el objeto que había salido de entre los «anillos» multicolores «como un caldero achatado o plato, con un tamaño similar al de un edificio de tres plantas, y lanzando una luz anaranjada».

Gonzala Damas explicó también que «aquello» tenía forma de copa, de color blanco y con una luz alrededor.

Desde el mar

Decenas de pescadores y marineros que se encontraban en aquellos momentos en las aguas del archipiélago dieron igualmente sus testimonios, coincidentes en su mayoría con lo ya expuesto. Destacaron, por poner algunos ejemplos, los tripulantes del petrolero Monteleón, que navegaban desde Las Palmas a Santa Cruz de Tenerife, así como el capitán y jefe de máquinas del ferry Benchijigua, Francisco Rodríguez Aguiar y José García Oliva, respectivamente, que se dirigía de Los Cristianos a La Gomera. En esta última isla, infinidad de pescadores quedaron asombrados al contemplar el fenómeno. Casi todos lo describieron como una «bola de fuego» que salió del mar.

Por su parte, Joaquín Nebro, maestro nacional de Alajeró, en la bella isla de La Gomera, vio y fotografió el fenómeno en blanco y negro.

Primera foto de Antonio González Llopis, desde el sur de Gran Canaria. Era ya noche cerrada. Exposición, 20 segundos.

Gran Canana: «salió del mar»

El testimonio de Antonio González Llopis -y muy especialmente sus fotografías en color- fueron de gran importancia para los investigadores.

Aquella tarde, nuestro hombre se dirigía desde el hotel Riviera hacia Puerto Rico, al sur de la isla de Gran Canaria. Conectó la radio de su coche y empezó a escuchar el programa de Radio Nacional «Radio Gaceta de los Deportes». El tema del día, sin duda, era la anunciada huelga de jugadores. En su viaje de ida hacia el mencionado hotel ya había divisado aquella extraña «puesta de sol». Ahora, en el viaje de regreso, el Lancer que conducía llevaba las luces encendidas, puesto que era ya noche cerrada. Pero aquellos «anillos» luminosos seguían allí, sobre el horizonte, y González Llopis decidió parar y hacer unas fotografías. Se detuvo en el barranco de Amadores, sobre el acantilado, y a unos dos kilómetros y medio del hotel Riviera.

-Aparqué a la derecha de la carretera, en dirección a Puerto Rico, y dejé las luces y la radio encendidas. Me interesaba saber qué iba a pasar con la quiniela, como consecuencia de la posible huelga de jugadores de fútbol. Coloqué el tripode y la cámara fotográfica: una Carena con un objetivo Mamiya Sekor 1 000 DTL de 55 rnm. Llevaba entonces una película Kodacolor de 400 ASA. El objetivo tenía una luminosidad de 1.4. Mediante el disparador automático hice varias placas de aquellos «anillos». Era como un círculo concéntrico con colores iridiscentes. Después tomé una foto de varias luces correspondientes a unos barcos pesqueros, situados a unas ocho millas. Aquello me serviría de punto de referencia.

»Y me disponía a recoger el trípode y la cámara y volver al automóvil cuando, de pronto, vi un haz de luz que salía del mar. No era blanca del todo... Yo diría que tenía un color marfil, pero muy brillante. Aquel objeto salió del mar. De eso estoy seguro. Me dejaría un brazo... Empezó a elevarse a gran velocidad. Aquella bola luminosa parecía energía. En la punta estaba un objeto con forma de pirámide. Tiré entonces varias fotos, utilizando diferentes tiempos de exposición. Yo creo que la ascensión del ovni, desde que salió del mar hasta que se perdió en el firmamento, pudo durar unos tres minutos. Al desaparecer la gran campana de luz, el ovni seguía ascendiendo, dejando tras de sí una leve estela luminosa. Debían ser las ocho y cuarto de la noche, aproximadamente, porque recuerdo que el programa deportivo ya había concluido. Lo más curioso es que, a medida que el ovni se elevaba, el fenómeno primero -los «anillos»- fue difuminándose hasta desaparecer por completo.

Segunda toma, con 30 segundos de exposición. (La tercera toma correspondía a unas barbas de pesca, y la tomó el fotógrafo como referencia.)

 

Cuarta foto de González Llopis, correspondiente a la «segunda fase». El ovni está en el vértice de la campana de luz.

 

Quinta imagen. La exposición de las fotos 4 y 5 fue de un minuto entre ambas. El reflejo en el agua es extraordinario.

 

Sexta fotografía; González pone vertical la cámara. El ovni acaba de salir de la «campana» de luz y asciende. (La séptima fotografía, casi igual a ésta, resultó movida.)

 

Octava fotografía. El testigo corrige el diafragma a 1.4 y lleva a cabo una exposición más correcta. La imagen gana en nitidez y precisión. Ésta fue la fotografía analizada por los norteamericanos. La «estela» de la parte superior de la gigantesca «campana» de luz fue «identificada» por los ufólogos del CEI con «la típica forma cilíndrica de un misil». Y se quedaron tan anchos...

 

Novena imagen. La formidable «campana» luminosa medía alrededor de 60 km de diámetro. No hay misil en el mundo que pueda provocar un efecto como éste.

 

Décima fotografía de la secuencia tomada desde Gran Canaria. Los «anillos» luminosos comenzaron a desvanecerse cuando el ovni los atravesó.

»Mientras tanto, otras personas habían llegado hasta el acantilado. Entre otras pude reconocer al recepcionista de un hotel de las proximidades y a José Ojeda, médico de Puerto Rico. Todos contemplaron la ascensión del ovni.

»El ovni, porque eso creo yo que fue lo que vimos y fotografié, se elevó de forma oblicua a la superficie del mar. Y lo hizo muy rápido. En su trayectoria se detuvo dos veces, quizá décimas de segundo, desplazándose lateralmente. Parecía como si corrigiese la trayectoria. Antes de perderse de vista vi cómo cerraba una especie de «patas» que llevaba en su parte inferior. Parecían unas compuertas... Después lo perdimos de vista.

Llopis acompañó a los militares españoles del Ejército del Aire hasta el mismo lugar donde consiguió ver y fotografiar el objeto, declarando ante el juez-informador encargado de la investigación oficial exactamente lo mismo que aparece en estas páginas.

«Buscamos las huellas del trípode -añadió- y, tras localizarlas, les indiqué el lugar exacto por el que surgió el ovni.»

Tenerife: «como en Venezuela ... »

El valioso documento gráfico de González Llopis, desde Gran Canaria, iba a ser completado por otro fotógrafo y testigo excepcional, pero esta vez desde Tenerife. Me refiero a mi buen amigo Guillermo N. Lijtmaer, de nacionalidad argentina, que se encontraba de vacaciones en las islas Canarias.

He aquí su versión textual de los hechos, tal y como me la relató:

«Con referencia al ovni del 5 de marzo de 1979 -me explicaba desde Uruguay- tengo los hechos tan claros como si los hubiera vivido ayer. Estábamos viviendo en Puerto Santiago, más allá del bar Tejar, en los apartamentos Playa del Sol (apartamento 1). Era un día de cielo claro. Desde allí se ven los contornos de la isla de La Gomera. Era por la tarde. No recuerdo la hora, pero faltaría una hora para que el Sol se ocultase. El Sol brillaba tapado en parte por una especie de nubecilla de forma muy particular, como un aro irregular de humo estático. En ese momento iba con mi mujer a comprar algo a Los Gigantes. Y tuvimos este curioso diálogo:

»-jMira qué nube más rara! -le señalé.

»-jMira!, se hace de noche y se queda prendida...

»Lejos estábamos de imaginar el espectáculo único que presenciaríamos un rato después. Íbamos en coche mirando continuamente. Cuando volvíamos a casa, el Sol estaba más bajo que la nubecilla. La podíamos ver claramente, como prendida, y se distinguían tenuemente los colores del arco iris alrededor.

»Cuando llegamos tomé la cámara y subí a la terraza del edificio con mi cuñado. Todavía se veían las últimas luces del día, aunque el Sol ya se había ocultado. Cuanto más oscuro se ponía el cielo, más se distinguía el fenómeno.

»Ya de noche se veían claramente los contornos totales del fenómeno. A mi entender era el mismo de antes, que no podíamos ver bien a causa de la presencia del Sol.

»En estos 45 minutos o una hora, nada se había movido allí. Estaba viendo, en forma de centrifugado, todo el espectro de colores vivos más maravilloso que yo haya visto en mi vida. No había ruidos y estaba muy tranquilo. Sacaba fotografías con todo el tiempo del mundo, dándole exposiciones automáticas que iban de 10 a 50 segundos, con película negativa color Fuji de 100 ASA Y con una cámara Nikon EL (que dispone de velocidad automática), con un objetivo normal de 50 mm.

»Pensaba cuánto tiempo podían durar estas increíbles formas y colores cuando el fenómeno empezó a perder intensidad. Fue entonces cuando decidimos bajar a cenar. Y estábamos bajando al apartamento cuando nos encontramos con un vecino. Estaba muy excitado. Nos invitó gentilmente a su apartamento -en uno de los pisos más altos­ con el fin de observar el fenómeno. Dea que aquello era un ovni. Cuando le pregunté por qué, me dijo que "ahora saldría un objeto, tal y como lo había visto hace años en Venezuela".

»Ante la insistencia del vecino fuimos a su casa y pasamos directamente al balcón. La verdad es que no esperábamos que surgiera nada. Los colores habían desaparecido prácticamente, aunque todavía quedaba la figura central, que también estaba perdiendo intensidad.

»En esos momentos, mi cuñado y aquel vecino me llamaron la atención. Y vi algo raro. Inmediatamente dejé de mirar para atender al trípode. Me coloqué tras la cámara y comencé a hacer fotos. Lo que vi fue lo siguiente: Un punto luminoso ascendía en línea recta, despidiendo chispas en un volumen mayor al del objeto. Eran de un color naranja­amarillento común. Había ascendido bastante cuando redujo la velocidad y dejó de despedir chispas. Cambió levemente de rumbo, colocándose más vertical y siguió mucho más rápido hacia el espacio. Se perdió en segundos y siempre en el más absoluto silencio. Las chispas uniformes de la primera etapa se expandieron en forma de luz.

Los «anillos» fotografiados por Guillermo N. Lijtmaer, desde Tenerife. Obsérvese la semejanza de este fenómeno con el registrado el 12 de junio de 1974 en la Península. El Sol se había puesto ya. «Cuanto más oscuro se ponía el cielo, más se distinguía el fenómeno», me explicó Lijtmaer. La línea en el agua corresponde a la trayectoria de un bote.

 

Segunda foto obtenida desde Tenerife. Las hermosas fotos de Lijtmaer hablan por si solas.

 

Dos fotos de Guillermo N. Lijtmaer correspondientes a la «segunda fase». Según el fotógrafo, «la línea que se observa en la parte superior de la copa de luz era un punto sin estela. Dada la exposición y rapidez del objeto, apareció como una estela». En mi opinión, esta toma puede compararse a la sexta foto de Llopis. En el caso de aceptar la explicación de Lijtmaer sobre la supuesta «estela» de la zona superior -y no veo razón para rechazarla-, tanto los expertos del GSW como los de CEI catalán quedarían en una situación bastante embarazosa. Además, si alguien es capaz de fotografiar un Polaris con un objetivo de 55 mm a 200 km y obtener esta imagen, será la primera vez en la historia...

 

Última foto de Guillermo N. Lijtmaer.

»Tomé tres fotos con exposiciones más cortas que las del fenómeno anterior. Aquello último no duró más de un minuto o dos. En el cielo quedó una luminosidad que se expandía cada vez más, perdiendo intensidad.

»Nos despedimos rápidamente del vecino y bajamos a nuestro apartamento, para luego salir a la calle a ver qué decía la gente. Lamentablemente no volví a ver a dicho señor...»

Hasta aquí algunas de las partes fundamentales del avistamiento y de las fotografías que protagonizó Guillermo N. Lijtmaer. Unos documentos, como podemos apreciar, de extraordinario valor y calidad.

Al igual que en el caso de Llopis, también Lijtmaer fue visitado por un oficial de la Fuerza Aérea Española. Con el militar se encontraba también otro testigo -el joven Miguel Ángel Gasalla-, que vio el fenómeno desde Los Cristianos. Tomó también algunas diapositivas y coincidió con Lijtmaer en la presencia de chispas «que fueron difuminándose y convirtiéndose en una estela luminosa».

En aquella oportunidad, el oficial español que llevó a cabo la investigación con Lijtmaer y Gasalla les comentó a título personal que lo observado en la noche del 5 de marzo de 1979 «no podía tratarse de un misil». Él había hecho prácticas en los submarinos que lanzan Polaris y sabía cómo son y cómo salen del mar...

Dos años después del suceso, los norteamericanos de la asociación GSW de Phoenix (Arizona), dedicada a la investigación privada de los ovnis, hicieron público un informe en el que aseguraban que el «ovni de Canarias» había sido un Polaris lanzado desde un submarino de EE.UU. o de la OTAN. Pero dejemos para más adelante el «sabroso patinazo» yanqui...

Diez aviones en vuelo

Las dos grandes fases del fenómeno fueron observadas también desde el aire. Concretamente por las tripulaciones y buena parte del pasaje de diez aviones comerciales que en aquellos minutos -y esto es importante- volaban sobre el archipiélago.

Me he entrevistado con buena parte de estos pilotos y todos coinciden en algo: «Un objeto salió del mar y se inmovilizó en el aire, variando el rumbo y desapareciendo en el espacio a una velocidad muy superior a la que puedan conseguir los reactores o proyectiles humanos.»

No ofreceré ahora al lector esas entrevistas con los comandantes, sino la transcripción textual de las conversaciones grabadas entre los pilotos y la torre de control de vuelo en Canarias.

En total, como digo, los aparatos que participaron en el avistamiento fueron diez: un Aviaco (AO-2367), un Aeroamérica (EO-907), cinco reactores de lberia (lB-289, lB-693, lB-201, IB-517 y lB-117), dos Spantax (BX-302 y BX-816) y un vuelo «charter» Naysa (Naysa-02).

(Para mejor comprensión de las cintas grabadas entre los pilotos y los controladores de vuelo, he aquí el significado de algunas de las siglas y abreviaturas:

-NM: Millas náuticas.

-TFN: Radio-ayuda en Tenerife-Norte.

-TFS: Radio-ayuda en Tenerife-Sur.

-GDV: Radio-ayuda en Gran Canaria.

-PAPA: Radio-ayuda en Gran Canaria.

-LT: Radio-ayuda en Lanzarote.

-HOTEL: Punto Aeronáutica de notificación.

-CHARLlE: Punto límite.

-VOR: Radio-ayuda para la navegación aérea.

-DAISY: Punto límite.

-ACC: Canarias Control.

-APP: Canarias aproximación.)

«Como un látigo blanco»

He aquí dicho texto:

19.43 h.     AO-2367: - Canarias Control AO-2367, buenas noches.

ACC: - AO-2367, buenas noches, Adelante.

AO-2367: - AO-2367. Hemos pasado DAISY manteniendo 370 y estimando el VOR de Tenerife a los 05 aproximadamente.

 

ACC: - Recibido. Responda Alfa 2000.

 

AO-2367: - Alfa 2000, AO-2367.

ACC: - Correcto. Directo a TFN. No se espera demora.

AO-2367: - OK., autorizados a TFN sin demora, AO- 2367.

19.47 h.     AO-2367: - Canarias AO-2367.

ACC: - Adelante.

AO-2367: - ¿Han tenido ustedes hoy aquí, en la zona donde estamos nosotros, a la derecha, algunas maniobras militares?

ACC: - No, negativo. Que Canarias tenga información, no.

AO-2367: - ¿Me refiero a aviones de combate o algo en vuelo por aquí?

ACC: - No, no. No hay nada notificado, no ...

AO-2367: - Es que hay unos efectos en la atmósfera, como una especie de látigo blanco... Parecen estelas de aviones bastante altos y con el efecto del Sol se ve como un reflejo muy bonito. Parecían eso: estelas de aviones militares que hayan estado, pues no sé..., a 45 o 50 mil pies por ahi arriba.

ACC: - No, en Canarias Control no teníamos notificación alguna que se hubiese producido maniobras de este tipo.

AO-2367: - Vale, gracias.

19.49 h.     EO-907: - Canarias Control EO-907.

ACC: - 907, Canarias go ahead. (Canarias, adelante.)

 

EO-907: - EO-907 were just coming upon CHARLIE and we are estimating it at 52. (EO-907 estamos llegando sobre CHARLIE y lo estimamos a los 52.)

 

ACC: - Roger. Proceed to PAPA beacon via Lanzarote direct PAPA level 390. Sqwak when passing point CHARLIE, Alpha 3500. (Recibido. Proceda al radiofaro PAPA, nivel 390. Responda cuando pase punto CHARLIE, alfa 3500.)

 

EO-907: - Roger. Sqwak 3500. We're cleared to PAPA beacon via LT-HOTEL. I wender if you can give us so me information. We're seeing very interesting clouds formation about 2. o'clok position may be on two hundreds miles away, is it from shortly missil test today? (Recibido. Responder 3500. Estamos autorizados al radiofaro PAPA vía LT-HOTEL. Me pregunto si puede darnos alguna información. Estamos viendo una formación de nubes muy interesante alrededor de las 2 en punto de nuestra posición. Podría ser a 200 millas. ¿Es una prueba de misiles de hoy?)

 

ACC: - No, negative. I don't know the military aircrafts. (No, negativo. No sé nada de aviones militares.)

 

EO-907: - Roger, roger sir, quite a... ilegible. (Recibido, señor...)

AG-2367: - Lo mismo que le preguntamos nosotros, Canarias.

ACC: - Sí, sí, ya...

19.50 h.     EO-907: - A nice view in the evening, right? (Una agradable vista por la noche, ¿no?)

19.53 h.     IB-693: - Canarias IB-693, buenas noches.

ACC: - 693, buenas noches. Adelante.

IB-693: -... Dos mil para 100, PAPA vía HOTEL y estamos estimando PAPA a los 25.

ACC: - 693 recibido. Si quiere puede proceder directo a PAPA nivel 80.

IB-693: - De acuerdo. Procedemos directos a PAPA nivel 80.

ACC: - 693, responda en Alfa 3501.

 

IB-693: - 3501.

IB-289: - Canarias IB-289, buenas noches.

ACC: - 289, buenas noches. Responda en Alfa 3502.

IB-289: - 3502 puesto. Estamos a 20 millas de ALFA.

ACC: - Recibido. Proceda a Tenerife-Sur vía Tenerife-Norte. Nivel de vuelo 350.

IB-289: - Muchas gracias.

20.00 h.     IB-693: - Canarias IB-693 manteniendo 80.

ACC: - 693 recibido.

20.02 h.     BX-302: - Canarias BX-302, buenas noches.

ACC: - 302, buenas noches, responda 3504, adelante.

BX-302: - 3504. Estamos a nivel 350 y a 5 minutos de BRAVO.

ACC: - Recibido. Proceda a PAPA vía LT directo, nivel 350. Llame en BRAVO.

BX-302: - De acuerdo, LT-PAPA directo, 350, comunicaremos BRAVO.

20.03 h.     NAYSA-02: - NAYSA-02, buenas noches.

ACC: - 02, buenas noches. Según autorizado notifique el TMA.

NAYSA-02: - Lo haremos.

20.07 h.     BX-302: - Canarias BX-302, 350, BRAVO en curso a LT.

ACC: - 302 recibido.

20.08 h.     NAYSA-02: - Canarias NAYSA-02. ¿Me confirma tiene algún tráfico a nuestra derecha?

ACC: - ¿Un tráfico a su derecha? No, negativo. No tengo tráfico notificado ninguno en su ruta ni a nivel 80.

NAYSA-02: - Es que tenemos un objeto luminoso bastante grande a nuestra derecha, casi a nuestro nivel.

IB-289: - Canarias IB-289. Le confirmo: nosotros estamos a 350. El objeto está a la «una» de nuestra posición, a nivel superior con un halo enorme...

20.09 h.     NAYSA-02: - Efectivamente. Con un halo enorme subiendo a gran velocidad. Y ahora se está difuminando.

                  IB-289: - Correcto. Parece como si se hubiera desintegrado.

                  NAYSA-02: - ... ilegible.

         IB-289: - Está a las «10» de nuestra posición. Estamos procediendo (pausa)... Estamos 77 millas fuera del VOR de Tenerife. Está a las «10» de nuestra posición a nivel superior, muy superior... Ahora parece que ha quitado el halo, sí.

         NAYSA-02: - Sí, afirmativo..., nosotros lo tenemos aquí como a las «dos» de nuestra posición y lo estamos viendo y se nos acerca a nosotros a bastante velocidad, así como... (pausa)... ha dejado el halo y aunque no tenga la luz luminosa se acerca a bastante velocidad, por lo menos a nuestra posición, a las «dos».

         IB-289: - Sí, de acuerdo, efectivamente. Continúa, parece que continúa volando pero ahora se ha estacionado. Está prácticamente parado a la «una» de nuestra posición. ¿Qué nivel de vuelo llevas?

          NAYSA-02: - ...ilegible... Y éste, por lo menos, debe ir a (pausa) subiendo, por lo menos, ya a 40000 o 50000 pies debe estar...

           IB-289: - Posiblemente más, sí. Ahora está parado, pero parece que está con rumbo 060, pero muy parado, sí.

          NAYSA-02: - Afirmativo. Oye, el punto de partida da la impresión de que es el Médano, en el aeropuerto Sur de Tenerife. Tenemos todavía el... (duda) ... hay una estela completamente abajo y luego naranja, luego amarilla más clara.

           IB-289: - Adelante Canarias para 289.

 

           ACC: - 289 ¿llamaba?

           IB-289: - ¿Ha oído la conversación que hemos tenido con el otro avión?

          ACC: - Sí, afirmativo. Hemos salido algún controlador fuera de la sala y hemos podido apreciar hacia la cumbre de la isla como un gran radio de acción luminoso y un aparato que se mueve en dirección Tenerife­Las Palmas.

          AVO: - Para su información, nosotros estamos sobre Lanzarote y lo vemos subiendo todavía en vertical. Está, yo creo que está situado en la vertical de Tenerife, subiendo.

          ACC: - Sí, afirmativo, sí.

          AVO: - ... Tenerife-Sur pero ahora el halo luminoso no, no lo veo.

          ACC. - Nosotros, desde Lanzarote, lo vemos a ... (pausa) ... estamos fuera del halo y lo vemos subir.

          AVO: - Afirmativo. De todas formas, hay una estela que creo procede del Médano.

20.12 h.     lB-289: - Desde nuestra posición, desde luego, de lB-289, la estela que ha dejado procedía con rumbo oeste/este y rumbo aproximado 140 o 150 aproximadamente.

                  lB-693: - Control Canarias, lB-93.

20.13 h.     ACC: - lB-693, adelante.

          IB-693: - Nosotros hemos visto venir este objeto en una dirección de unos ... (pausa) ... rumbo 130 aproximadamente, dejando una estela luminosa a una velocidad enorme y, de pronto, ha subido en vertical y se ha quedado parado. Y vemos todavía que está parado. Yo calculo como entre la vertical de Lanzarote y Gran Canaria o quizá un poco más hacia Gran Canaria.

          ACC: - Sí, afirmativo. Aquí se ha podido apreciar también ese fenómeno.

          AVO: - Hay otra estela color verde encima del halo más luminoso.

          IB-289: - IB-289, sí, le confirmo: parece que está subiendo en vertical y no le calculo la altura ya. Esto... ¿lo han tenido en pantalla ustedes?

          ACC: - Un momento.

20.16h.      IB-201: - Las Palmas, lB-20l.

          APP: - 201, adelante.

          lB-201: - ¿Tiene usted noticia de algún avion que haya notificado un fuerte resplandor ahí, sobre el Teide como..., no sé, como una estela iluminada muy fuerte y que tiene un fuerte zigzagueo?

 

          APP: - Sí, lo acaba de notificar un Spantax y un NAYSA que va ahora para Tenerife. ¿Me confirma en qué posición lo ve usted aproximadamente?

          lB-201: - Justo encima del Teide.

         APP: - Recibido, gracias. Encima del Teide.

 

         lB-201: - Sí, eso es.

         BX-302: - Canarias BX-302 sobre Lanzarote procediendo directo a PAPA a 350, solicito descenso.

         ACC: - 302 recibido. Descienda y mantenga nivel de vuelo 110.

         BX-302: - OK. Libre 35 para 110.

         ACC: - Recibido. Ahora un avión, un F-27 de Iberia que va para Tenerife dice que el objeto lo observa desde el Teide. ¿Nos quiere confirmar si lo ve usted todavía?

         BX-302: - Un momento.

      NAYSA-02: - Correcto. NAYSA-02 también lo estamos viendo y ahora está dejando una estela de color verde.

 

      ACC: - Recibido, NAYSA.

         IB-289: - ID-289 a 17 millas del VOR de Tenerife y en el Teide yo no veo nada, ¡eh!

         ACC: - No sé, el Focker que está en 24.3, frecuencia de aproximación, en curso a Tenerife, dice que lo ve sobre el Teide. No sé...

         AVO: - Lo tenemos como a las "dos» de nuestra posición y así como a unos 10 000 pies, subiendo.

         BX-302: - Canarias BX-302, para su información, son los restos de la estela. O sea, se ve un poco en el horizonte y luego sobre la vertical del Teide, aproximadamente, inicia la subida y se pierde. Se ha perdido de vista el chisme.

         AVO: - (Esta comunicación está interferida por varios aviones hablando al mismo tiempo) ... Cuando venía a ... (ilegible) ... pero encima del Teide no vemos nada, ¡eh! Está a las «doce» nuestra y no hay nada.

         ACC: - Recibido IB-289.

         IB-289: - ¿Me puede confirmar si ha tenido en algún momento en pantalla al objeto?

         ACC: - No, negativo.

20.19h.     IB-289: - Gracias.

20.20 h     APP: - 201. ¿Me confirma si sigue teniendo a la vista el objeto luminoso?

         ID-20!: - Sí, parece que ya es menos luminoso. De todas formas, no parece un objeto. Parece como una estela de un avión que hace mucho zigzagueo y parece que está disminuyendo de intensidad.

         APP: - Recibido.

20.32 h.    IB-517: - Canarias IB-517, buenas tardes.

         ACC: - 517, buenas tardes, responda en Alfa 3500.

         IB-517: - 3500, estamos en CHARLIE manteniendo 280.

         ACC: - Recibido. Proceda a PAPA vía Lanzarote y HOTEL, nivel 280. Proceda directo desde Lanzarote.

         ID-517: - Recibido. Autorizado a PAPA directo desde Lanzarote. ¿Tiene usted información de algún objeto extraño, de algún fenómeno extraño que se ha producido en la zona?

         ACC: - Pues sí, ya que usted lo dice. Ha habido cinco o seis tráficos que han notificado cómo un objeto luminoso que volaba en varias direcciones y a una gran velocidad, y que además dejaba un gran halo luminoso.

         IB-517: - Sí, afirmativo. Nosotros lo hemos visto a unas 80 millas fuera de SAFI y lo han visto también otro avión de Spantax y otro avión de lberia que venían detrás.

ACC: - Sí, afirmativo. Aquí ha solicitado una avioneta que procedía de Las Palmas para Nouadhibou que le pegó una pasada. Después, un Aviaco que venía de DAYSI, un Aeroamérica que entraba por CHARLIE según viene usted y otro tráfico que entraba por ALFA para Tenerife-Sur, un lberia, el 289. Y nosotros también hemos salido a la terraza, aquí, en el centro y hemos podido comprobar que, en efecto, había un gran halo luminoso en la cumbre de la isla de Gran Canaria, y se veía un objeto de una forma cuadrangular, volando a una gran velocidad.

 

IB-517: - Sí, afirmativo, sí.

 

NAYSA-02: - Iberia, nosotros somos NAYSA-02, procedíamos por radial 20, acabábamos de salir... salida Victor UNO, procedíamos para Nouadhibou y en realidad lo que... (ilegible)... han sido dos en el segundo, a las 20.08, despegó verticalmente a una gran velocidad. Nos pegó una pasada como a unas 15 millas a las «dos» de nuestra posición y subió; en unos 10 segundos estaría a una altura de... (ilegible).

 

20.33 h.     ACC: - Recibido, sí. Aquí se pudo apreciar que el halo luminoso partía como desde la cumbre como si fuese un cohete que salía desde la cumbre de la isla.

 

                  NAYSA-02: - Primero salió como un cohete de un color, de color naranja. Al principio, con una estela bastante grande y a una gran velocidad en vertical. Luego, como a unos 20 000 pies, se transformó en una estela, después de pegarnos una pasada... Por cierto, una estela de color verdoso con forma de copa y ya se perdió porque subió vertiginosamente. Y ya lo perdimos, vamos...

 

ACC: - OK. Recibido, NAYSA.

 

IB-517: - Justo razonamiento. Nosotros hemos visto exactamente igual.

 

IB-117: - Nosotros también, 117.

20.35 h.     IB-117: - Canarias IB-U7.

ACC: - Adelante 117.

 

IB-11 7: - Le informo de que el fenómeno este que estaban hablando antes lo hemos observado nosotros desde 40 millas después de haber pasado el 33 norte.

 

ACC: - OK, recibido 117.

20.38 h.     BX-816: - Buenas noches, Canarias, BX-816.

ACC: - 816, Canarias. Buenas noches. Adelante.

 

BX-816: - Estamos CHARLIE en curso a Lanzarote, nivel 350.

 

ACC: - Recibido. A PAPA directo desde Lanzarote, 350, responda en Alfa 3502.

         BX-816: - 3502, a PAPA desde Lanzarote directo. Por favor, ¿tiene noticia de algo extraño que haya ocurrido hace unos 20 o 25 minutos?

 

         ACC: - Sí, afirmativo. Se ha podido apreciar, han informado varios aviones que han tomado tierra, de que han entrado en el FIR de Canarias como unos objetos extraños y que en la zona de Gran Canaria en la zona centro de la isla, como un gran halo luminoso y unos objetos no identificados. Concretamente, una Piper-31 de NAYSA-02, que procedía de Las Palmas para Nouadhibou, dice que lo cruzó un tráfico con un gran halo luminoso desde abajo hacia arriba y que después otro lo cruzó en horizontal, a una velocidad indefinida y ascendiendo muy rápidamente.

 

         BX-816: - Afirmativo. Pues eso era lo que le iba a preguntar. Es un objeto, subió a una velocidad tremenda y yo, no sé, nosotros vamos a 350 pero nos quedamos como si estuviéramos a la altura del suelo ...

         ACC: - OK, gracias. De acuerdo.

   20.40 h.    BX-816: - Vale, hasta luego.

 

(Siguen comunicaciones normales)

 

Se apagaron las luces del autocar

Sería agotador, como insinuaba anteriormente, proporcionar al lector los miles de testimonios registrados aquella noche en las islas de Tenerife, Gran Canaria, La Palma, Gomera, Lanzarote, Fuerteventura e, incluso, las costas africanas.

Me referiré tan sólo, y como remate a los casos ya citados, a algunos de los testigos que vieron o sintieron «algo» diferente a lo ya expuesto.

Puerto Rosario, en la isla de Gomera: miles de personas se quedaron sin luz al tiempo que hacía su aparición el ovni. La ciudad recobró el fluido eléctrico cuando el objeto se perdió en el firmamento.

Gran Canaria: cientos de personas observaron interferencias en sus pantallas de televisión mientras el ovni ascendía sobre las islas.

Las Palmas: Un autocar de Utinsa, que circulaba de Las Palmas a Artenara, se quedó sin luces. El conductor y los viajeros pudieron contemplar la aparición y desaparición del ovni. Un vehículo que circulaba próximo al autobús se paró también sin razón aparente.

Otros testigos de las islas más occidentales me relataron avistamientos de objetos no identificados en los días inmediatamente anteriores al 5 de marzo de 1979.

Dimensiones gigantescas

Merced a estos miles de testimonios, así como a los numerosos documentos gráficos -en blanco y negro, y en color­ que se lograron desde las diferentes islas, grupos de investigadores, entre los que merece destacar el CEP de Canarias, llevaron a cabo cálculos muy precisos sobre las dimensiones y ubicación del fenómeno.

En síntesis, el «foco» central del suceso fue localizado a unos 200 kilómetros al oeste de Los Cristianos.

«Con este dato esencial -explicó el CEP- y trasladándonos a Izaña, nos situamos en el mismo lugar y posición en que Gilberto Naranjo obtuvo su magnífica serie de diapositivas. Desde allí, y sirviéndonos de un goniómetro, medimos los ángulos bajo los cuales se ven los principales accidentes geográficos que aparecen en las diapositivas. Proyectando estas filminas establecimos relaciones angulares y lineales entre estos accidentes y el fenómeno luminoso. Trasladamos finalmente estos datos a mapas cartográficos con curvas de nivel y tras sencillos cálculos trigonométricos nos dieron la verdadera magnitud del fenómeno.»

Estos datos resultan sencillamente colosales. Veamos algunos:

1. En la fase de los «anillos» luminosos, el diámetro de la línea amarilla e intensamente brillante que surgió en el interior de dichos «anillos» fue de ¡63 kilómetros!

2. Más asombroso aún resultó el tamaño de los «anillos» exteriores, que adquirieron la intensa coloración iridiscente: ¡100 kilómetros de diámetro!

3. Su altura sobre el mar fue calculada en unos 10 kilómetros. (Dentro, pues, de la troposfera. Sólo los cirros pueden permanecer a una altura superior.)

4. Ya en plena segunda fase, la «campana» o «copa» luminosa que fue vista y fotografiada también desde diferentes islas alcanzó una anchura máxima de 69 kilómetros. Al empezar a difurninarse, dicha «campana» se ensanchó aún más. La superficie de la sección de dicha «campana» -supuestamente circular- fue medida también, arrojando la escalofriante cifra de 3 700 kilómetros cuadrados. Como dato comparativo, la superficie total de la isla de Tenerife es de 1928 kilómetros cuadrados... (Resulta perfectamente comprensible por qué el fenómeno luminoso fue visto desde puntos tan alejados y por qué causó temor entre miles de personas.)

5. La sorpresa de los investigadores llegó al máximo cuando averiguaron la altura a que había quedado «estacionada» la gran «campana»: ¡70 kilómetros! Como se recordará, el disco o «caldero achatado» ascendió hasta perderse en el cenit, pero en esta última etapa visible de su trayectoria, el ovni ya no fue acompañado de la espléndida «copa» luminosa. Ésta, repito, había quedado inmóvil al llegar a una determinada altitud. La «copa» luminosa atravesó la troposfera, la estratosfera y la mesosfera, rozando los límites de la última capa: la ionosfera. Los expertos quedaron desconcertados al ver cómo aquella masa luminosa no perdía su brillo y uniformidad, a pesar de atravesar capas con diferentes presiones, temperaturas (de 20 a 80°C) y composición química. El fenómeno luminoso queda siempre dentro de los límites de la homosfera (entre cero y cien kilómetros), que es la región donde la proporción de oxígeno-nitrógeno se mantiene siempre constante. Al acercarse a sus límites, la luminosidad se hizo tan tenue que las cámaras no la captaron, aunque sí el ojo humano.

Las posibles explicaciones

Naturalmente, como ocurre casi siempre, en aquellos días surgieron las más increíbles «explicaciones» al fenómeno del 5 de marzo de 1979.

Hubo quien llegó a decir que estábamos ante un meteorito. Indudablemente, tal razonamiento resulta absurdo.

También hubo quien «explicó» el fenómeno como «una explosión nuclear submarina y controlada... , para la modificación artificial del clima». El argumento produjo el inevitable «jolgorio» entre los medios científicos y meteorológicos. ¡Y no digamos entre los pilotos de los 10 aviones...!

También fueron consultados los especialistas en meteorología y todos ellos coincidieron en la imposibilidad de catalogar el fenómeno. El popular Mariano Medina, con los principales datos y fotografías en las manos, fue rotundo:

«El objeto que aparece en el horizonte -afirmó- nada tiene que ver con la meteorología. Ni tampoco tiene que ver con un globo-sonda, ni con los espectros, ni con los círculos de Ulloa, ni con los halos, irisaciones, anillos, coronas o espejismos.»

Si algún hipercrítico -más ignorante que otra cosa­ llegó a apuntar la posibilidad de que estuviéramos ante el planeta Venus, el asunto quedó zanjado con prontitud: aquel 5 de marzo de 1979, Venus se ocultó a las dos y media de la tarde...

¿Qué quedaba entonces? ¿Una aurora boreal?

Del todo imposible. Este tipo de fenómenos se registra generalmente por encima del paralelo 45. De haberse producido en las latitudes de las islas Canarias, también se habría dado en Madrid. Y hubiera causado un gran impacto meteorológico en toda Europa. Pero nada de esto sucedió.

Los meteorólogos no supieron dar una explicación que pudiera estar vinculada a su especialidad. Todos ellos, en cambio, coincidieron en dos aspectos básicos: «aquello» NO era un fenómeno meteorológico y «aquello» SÍ tenía luz propia.

¿Un proyectil mar-aire?

Apuradas todas las explicaciones lógicas y terrestres, otros «especialistas» hablaron de un cohete o misil mar-aire. Esta teoría contestó a todos aquellos que empezaban a sentirse «inquietos». Pero la verdad estaba muy lejos de esta nueva hipótesis...

Para cualquiera que haya seguido el fenómeno con un mínimo de interés, la teoría del proyectil mar-aire resulta poco menos que ridícula. ¿Qué clase de misil puede detenerse en el aire? Eso fue lo que vieron y comunicaron los pilotos a Control Canarias...

¿Desde cuándo un proyectil de esta naturaleza se dedica a «dar pasadas» junto a los aviones civiles?

¿Es que existe en la actualidad un misil capaz de alcanzar esos 20 000 o 21 000 kilómetros a la hora, que fue la velocidad estimada por los pilotos del NAYSA-02 para el ovni?

¿Y qué podemos decir de esa gigantesca «campana» o «copa» luminosa, «estacionada» a 70 kilómetros de altura? ¿Es que un misil mar-aire provoca unos «anillos» multicolores -a 10 kilómetros de altitud- y antes de que salga del agua?

Pero vayamos por partes... Analicemos la hipótesis de los hipercríticos y ufólogos de «salón» que un buen día se obstinaron en clasificar el «ovni de Canarias» como un Polaris. Y vuelvo a etiquetarlos como ufólogos de «salón» porque, sin la menor consideración hacia los seguidores e interesados en el asunto ovni, pontificaron y sentenciaron sin más datos que los aportados por los medios de comunicación. Una información que, salvo excepciones, fue bastante acertada, aunque nunca completa. Y lógicamente, estos «sumos sacerdotes» de la ufología hispana -que no se molestaron en visitar las islas e interrogar a los miles de testigos- volvieron a errar...

Lo malo fue que uno de estos repelentes investigadores (?) «de oídas» -valenciano por más señas y de cuyo nombre no quiero acordarme- tomó parte de la información aparecida en la prensa, así como una fotografía, y remitió el gravemente incompleto material a la ya conocida Ground Saucer Watch de Phoenix (Arizona). Esta prestigiosa asociación para el estudio de los «no identificados» sometió la diapositiva a sus computadoras y, «en base al informe recibido desde Valencia», emitió unas conclusiones. Como era de esperar, y como consecuencia de la deficiente información suministrada desde España, la GSW cometió un lamentable error.

El informe de Arizona

He aquí el texto del informe yanqui:

... 5 de marzo de 1979 (España). Imagen no identificada con expulsión de estela de vapor. Crítica.

 

Una única diapositiva de copia, a color, fue remitida a la GSW para la realización del oportuno análisis computarizado. Dicha fotografía, que fue tomada al comienzo del atardecer y que muestra un cielo crepuscular, revela una brillante nube gaseosa con una estela de vapor moviéndose en sentido ascendente. La fotografía contiene también detalles a nivel de primer plano y de fondo, que consisten en una extensa masa de agua y algunas nubes cercanas al ocaso del Sol, respectivamente.

 

La diapositiva contiene asimismo otros varios elementos fotográficos, los cuales, sin embargo, no impidieron su análisis. Todos los métodos principales de mejora fotográfica por ordenador fueron puestos en práctica para el estudio del documento: cornputarización, resaltación de bordes, filtrado, contomeado de color, partición por niveles de densidad y digitalización para obtención de más alta resolución.

 

A partir de la evaluación de los datos fotográficos, han quedado establecidos los puntos siguientes:

 

1. La gran imagen blanca en forma de nube del centro de la fotografía es el efecto de expulsión de gases procedentes del motor de un reactor y/o de un cohete. Las trazas de la parte inferior y superior de la gran nube central marcan los puntos de transición de origen y de partida (camino recorrido).

 

2. El análisis digital de la densitometría mostró que la traza principal atraviesa la nube y es visible en el centro de la nube.

 

3. El resplandor de la nube queda bien patente por su reflejo en la masa de agua.

 

4. Los rayos de color anaranjado que aparecen en el margen izquierdo de la fotografía se atribuyen a reflejos debidos al ángulo de la cámara con respecto al Sol, ya que ésta apuntaba al Sol poniente y a la brillante imagen no identificada.

 

5. Las lecturas del microdensitómetro indican que la estela de vapor de expulsión se originó en el agua y que ésta se dirige en ángulo ascendente, alejándose de la situación del testigo y su cámara. Una comprobación adicional la ofrece el tamaño físico, en este caso la anchura de la estela de vapor. Esto indica que el rastro de la descarga de gas comenzó a nivel del agua, porque es más tenue y se va deteriorando a medida que asciende, debido al efecto de la atmósfera.

 

6. Cierta evidencia de una estructura existente en la imagen se aprecia en las fotografías computarizadas. Debido a que se trata de una copia y no de un original la que se ha utilizado en la evaluación, algunos detalles han quedado disimulados.

 

7. No hay ninguna evidencia de fraude o de que el medio fotográfico haya sido retocado.

 

8. No existe evidencia que sugiera que la imagen no identificada sea atribuible a un fallo de revelado o a cualquier otra anomalía fotográfica (con excepción del punto 4).

 

9. La imagen se encuentra a enorme distancia de la cámara y, en consecuencia, queda afectada por la atmósfera proporcionalmente a los demás elementos lejanos que aparecen en la fotografía.

 

10. Tanto la nube como la estela son de naturaleza tenue.

 

 

En la portada del boletín informativo (?) del CEI -la «flor y nata» de la ufologia «científica», según ellos- correspondiente al número 43 -marzo de 1981- podía verse estas dos fotografías, con el siguiente pie: «Resultado del proceso de mejora por computadora de una fotografía de la serie tomada en Canarias el 5 de marzo de 1979. Se observa claramente el misil, con la típica forma cilíndrica. El análisis le asigna las características usuales de un Polaris (mar-tierra) de la Marina de Estados Unidos. (US-NAVY) o de la OTAN.» En la imagen de abajo -ampliada- la «típica forma cilíndrica del misil». Es difícil soltar tantos «sapos científicos» en tan corto espacio. Una vez más, estos «depositarios» de la más pura y barbuda investigación ufológica se han cubierto de gloria...

CONCLUSIONES:

Es el consenso de los consultores fotográficos de la GSW que la imagen desconocida es atribuible al lanzamiento de un misil militar, muy probablemente desde un submarino.

Hemos analizado fotografías similares en el pasado y todas ellas tienen ciertos denominadores comunes:

a. La brillante estela de vapor blanca.

b. La brillante nube blanca y/o de color verdoso.

c. La larga duración del fenómeno en el cielo después de la desaparición del objeto. La nube o estela tiene una permanencia de hasta 30 minutos, dependiendo de la hora de la observación.

d. Los cientos de personas que son testigos del fenómeno desde enormes distancias, que llegan hasta las 400 millas (650 km).

Concluimos que esta fotografía no representa ningún objeto volante extraordinario. Los datos fotográficos y el contenido del informe suministrado son exactos a los del lanzamiento de un misil. La apariencia de la nube se atribuye al efecto de la iluminación de los rayos del Sol, que amplía su brillantez, así como a la posible emisión de bario en los gases expelidos.

 

La hipótesis de la GSW es que el misil fue disparado por un navío de la Marina de Estados Unidos o de la OTAN y que el lanzamiento fue una prueba rutinaria de armamento. Basados en una estimación aproximada a partir de los datos computarizados, deducimos que el misil mide alrededor de 15 m, que es la dimensión usual de un misil dirigido Polaris de la Marina de Estados Unidos.

Un «informe» decepcionante

Para un investigador que haya «peinado» las islas, que se haya entrevistado con los testigos, que disponga de casi medio centenar de fotografías del fenómeno y que se haya procurado un mínimo de información sobre las características y funcionamiento de los diferentes tipos de misiles mar-aire, las conclusiones y el informe todo de la GSW norteamericana resultan decepcionantes.

Lo mismo que he reconocido en otros capítulos el buen hacer de esta organización de Arizona, en este caso -y conociendo como conozco el asunto- sólo puedo sentir extrañeza. Extrañeza por la veintena larga de errores que contiene el informe de «Billy» Spaulding, director de la GSW, y que, como ya he dicho anteriormente, son atribuibles en buena medida al pésimo informe proporcionado por el ufó­logo (?) valenciano.

Trataré de enumerar algunos de estos errores:

1. La GSW reconoce que sólo recibió «una única diapositiva de copia, a color». Y yo me pregunto: ¿cómo podemos valorar y sentenciar un caso con una «copia» de otra «copia», cuando existen secuencias completas del fenómeno? Una rigurosa investigación científica exige el análisis de todo el proceso y no de una única foto, que representa tan sólo una mínima parte de lo registrado. Como vemos, no se puede empezar peor...

2. En el informe yanqui se afirma «que dicha foto fue tomada al comienzo del atardecer y que muestra un cielo crepuscular...».

Gravísimo error. Si el «informe» suministrado por el «experto» valenciano hubiera sido correcto, la GSW jamás habría hecho una afirmación como ésta. Veamos: aquel 5 de marzo de 1979, el Sol se puso a las siete y diez de la tarde (hora local). El crepúsculo tuvo en aquellas latitudes canarias una duración total de 24 minutos y medio. Esto quiere decir que a las siete de la tarde y 34 minutos y medio, ya no había luz.

Si la fotografía de Antonio González Llopis -enviada a Arizona- fue hecha alrededor de las ocho y diez de la tarde, tal y como manifestó el autor, ¿cómo puede hablarse del «comienzo del atardecer»? No olvidemos que Llopis tenía la radio conectada y que en aquellos momentos se estaba emitiendo el programa de Radio Nacional de España, «Radio­Gaceta de los Deportes». Dicho programa fue emitido aquel 5 de marzo de 1979 desde las 20.04 a las 20.15 horas. Además de los miles de testigos, desde todas las islas, que confirmaron «que ya era noche cerrada», Llopis y los restantes fotógrafos coincidieron igualmente en el hecho de que la oscuridad era completa. En realidad habían transcurrido alrededor de 35 minutos desde la culminación del crepúsculo.

De «cielo crepuscular», por tanto, nada de nada...

3. «La foto -sigue el informe de la GSW- revela una brillante nube gaseosa, con una estela de vapor moviéndose en sentido ascendente.»

¿Y por qué precisamente «vapor»? (No perdamos de vista esta afirmación de la GSW sobre «la estela ascendente». El «aspirante» valenciano a Premio Nobel llega a confundir dicha «estela» con «la típica forma cilíndrica de un misil», según reza en la portada del boletín informativo del CEI n.043 de marzo de 1981.) ¡Genial!

4. La grave falta de información de los técnicos de Phoenix sobre lo que ocurrió verdaderamente en aquella tarde­noche del 5 de marzo en las islas Canarias se pone de manifiesto, una vez más, al leer la siguiente afirmación: «...la foto contiene también detalles a nivel de primer plano y de fondo, que consisten en una extensa masa de agua y algunas nubes cercanas al ocaso del Sol, respectivamente.»

Esas «nubes» no son otra cosa que los «anillos» multicolores que precedieron a la aparición del objeto y su «campana» de luz. No se trata, por tanto, de simples nubes, sino de una primera fase del fenómeno, íntimamente ligada a lo que aparece en la fotografía analizada en Phoenix. Unos «anillos», como describieron todos los testigos, cuya iluminación aumentaba conforme desaparecía la luz solar. A las ocho y diez de la noche, cuando fue hecha la imagen de Llopis, la luz crepuscular había desaparecido en su totalidad y, sin embargo, los «anillos» seguían allí tal y como presenta la foto. Por otra parte, tanto al ufólogo «de salón» valenciano como a la GSW les hubiera resultado muy simple evitar el error. Una simple consulta a los Institutos de Meteorología de Las Palmas y Tenerife les hubiera proporcionado los siguientes datos:

«5 de marzo de 1979. Nubosidad: cubierto de estratocúmulos hasta las 13 horas. Poco nuboso (2/8 Sc.) hasta las 18 h. Despejado a partir de las 21 horas.»

Este tipo de nubes -los estrato cúmulos- son nubes bajas, con una base media, en metros, de 600 a 1500. El tope medio de las mismas suele fijarse por la OMM (Organización Meteorológica Mundial) en unos 2 400 metros. Por supuesto, los «anillos» multicolores que fueron vistos y fotografiados nada tienen que ver con estas nubes bajas. Ni en sus formas ni con la altura a que se encontraban y que fue estimada, como se recordará, en unos 10 kilómetros. Para colmo, y según los institutos meteorológicos ya citados, a esas horas de la noche la nubosidad era prácticamente nula.

¿A qué «nubes» se referirán por tanto los norteamericanos?

5. «¿Efecto de expulsión de gases procedentes del motor de un reactor y/o de un cohete?»

Esta nueva afirmación de la GSW resulta igualmente insostenible. Hay que recordar a los expertos de Arizona que la totalidad del fenómeno transcurrió en el más completo silencio. ¿Desde cuándo un motor de un reactor o de un cohete trabajan en silencio?

6. Aquí aparece otra lamentable laguna informativa en los especialistas de la GSW: «Las trazas inferior y superior de la gran nube -aseguran- marcan los puntos de transición de origen y de partida (camino recorrido).»

Si la GSW hubiera dispuesto de una información completa sabría que el objeto tuvo un primer movimiento o trayectoria -que arrancó desde el horizonte y entre los «anillos»- para después ascender. La fotografía analizada no es otra cosa que una «parte» del recorrido total.

7. En el punto 3 de la GSW aparece otro grave error. Si ya hemos visto que a las ocho y diez de la noche la oscuridad era completa, ¿cómo podía reflejarse la «nube» en la masa de agua, tal y como afirman los norteamericanos?

Estamos de acuerdo en algo: ese reflejo en la superficie del mar se presenta con absoluta nitidez. Es más: el reflejo es gigantesco. Pero, y volvemos a lo anterior, si la noche era ya cerrada, ¿quién está provocando semejante luminosidad en el agua? La respuesta ya nos la dieron los meteorólogos: el propio fenómeno en sí. Y yo preguntaría a la GSW: ¿es que conocemos alguna «nube» normal y corriente capaz de emitir luz propia?

8. Y hablando de la «nube», los hombres de Spaulding afirman también: «...La traza principal atraviesa la nube y es visible en el centro de la nube.»

Adelantándome a la «conclusión» final -un misil tipo Polaris-, yo haría la siguiente pregunta a la GSW: suponiendo que hubiera sido un rnisil, ¿por qué la «campana» de luz se registró en mitad de la traza o estela? Y añadiría otra pregunta: ¿es que la estela de un Polaris es visible a 70 kilómetros de altura, que fue la cifra estimada para la zona superior de la «copa» o «campana» luminosa?

Pero dejemos para más adelante el «sabroso» tema del Polaris...

9. En el punto 4, la Ground Saucer Watch abunda en un error comentado ya con anterioridad: «Los rayos de color naranja que aparecen en el margen izquierdo de la fotografía se atribuyen a reflejos debidos al ángulo de la cámara con respecto al Sol

Pero, ¿qué Sol? Esta imagen, insisto, fue tomada una hora después de la puesta oficial...

10 «...La estela de vapor -dice la GSW en el punto 5- se originó en el agua...»

Si así fuera -y si se hubiera tratado realmente de un misil mar-aire- la superficie del mar no aparecería tan sumamente tranquila. Recomendaría a los expertos de Phoenix que observen y consulten otras imágenes de auténticos proyectiles dirigidos saliendo del océano. El oleaje, la espuma y los remolinos que forman nada tiene que ver con esta imagen y con las restantes que integran la secuencia de Llopis. Existen testigos, además, que aseguran que el objeto «no salió del mar, sino que llegó desde más allá de la línea del horizonte».

11. En el punto 6, la GSW reconoce «que la foto computarizada es sólo una copia y no el original...». Este importante hecho sería más que suficiente -si de verdad queremos sostener una línea científica en la investigación- para echar por tierra la hipótesis de los norteamericanos... En todos los casos, creo yo, es básico trabajar sobre el original o sobre una copia de primera generación. Y con más razón, cuando se trata, como en este caso, de un fenómeno con varias y muy distintas fases. La GSW debería haber trabajado con la secuencia íntegra de Llopis (11 fotografías) y no con una «copia» de otra «copia». (Aquí tenemos una prueba más de la torpe «investigación» del ufólogo valenciano.)

He aquí un verdadero misil Polaris (mar-aire) en el momento de «romper» la superficie del mar. La diferencia con las fotos del objeto captado en Canarias habla por sí sola.

 

La estela de cualquiera de los misiles utilizados en la actualidad no pueden compararse a la del ovni de Canarias.

12. En el apartado número 9 sí estoy de acuerdo con las computadoras de Arizona -«la imagen se encuentra a enorme distancia de la cámara»-, aunque esta afirmación contradice lo que apuntan los expertos de la GSW cuando califican el fenómeno como un misil Polaris. Como ya he expuesto en páginas anteriores, los investigadores del Centro de Estudios Parapsicológicos de Canarias localizaron el «foco» del avistamiento a unos 200 kilómetros al oeste del sur de la isla de Tenerife. (En el caso que nos ocupa -sur de la isla de Gran Canaria-, a unos 220 kilómetros.)

Pues bien, yo desafío a todo el equipo de Phoenix a que fotografíe, con un objetivo de 55 rnm, un misil mar-aire a 220 kilómetros de distancia... Y que obtenga, naturalmente, unas secuencias como las de Llopis o Lijtmaer.

Hace falta tener la cabeza muy dura, o no haber visto un Polaris en su vida, para aceptar que estas imágenes son un misil de nueve metros escasos de longitud... ¡a 200 kilómetros de distancia!

Estos datos echan por tierra, una vez más, la descabellada hipótesis del «sesudo» ufólogo valenciano y de los confiados norteamericanos.

13. «Tanto la nube como la estela son de naturaleza tenue», dice la GSW. (Serio revés éste para los «adoradores de computadoras» del CEI catalán, que confunden la estela superior que aparece en la «campana» luminosa con el misil Polaris, «con su típica forma cilíndrica».)

14. Y ya en el capítulo de las «conclusiones», la GSW termina de rizar el rizo...

El «consenso» de Arizona atribuye la imagen desconocida al «lanzamiento de un misil militar, muy probablemente desde un submarino». Y para apoyar semejante barbaridad, el grupo esgrime «denominadores comunes» como el siguiente:

«...la larga duración del fenómeno en el cielo después de la desaparición del objeto. La nube o estela tiene una permanencia de hasta 30 minutos, dependiendo de la hora de la observación.»

Es posible que la GSW tenga razón, en lo que a un misil mar-aire se refiere. Pero, en el caso del «ovni de Canarias» ocurrió justamente al revés. Fue la primera fase -la de los «anillos» multicolores- la que permaneció frente a los miles de testigos desde las siete o siete menos cuarto de la tarde hasta las ocho y diez, aproximadamente, en que se vio el objeto volador no identificado (recogido en la diapositiva examinada por los chicos de Spaulding). Esta segunda y última gran fase duró escasos minutos: entre dos y cinco, como má­ximo. Después, tanto la «campana» luminosa como los «anillos» se difuminaron, desapareciendo totalmente.

15. Otro de los «argumentos» que aporta (?) la GSW es la existencia -según dicen- de otras fotografías similares en el pasado...

Me gustaría verlas y compararlas con las diferentes secuencias del ovni de Canarias del 5 de marzo de 1979.

Yo, por mi parte, incluyo en estas páginas «otras fotografías», también del pasado, de auténticos misiles mar-aire. El lector sabrá ver la diferencia entre unas y otras.

16. Ya en el párrafo final, la GSW sigue insistiendo en la teoría del lanzamiento de un misil y presenta otro argumento igualmente erróneo:

«...La apariencia de la nube se atribuye al efecto de la iluminación de los rayos del Sol [ya hemos visto que esto es imposible], que amplía su brillantez, así como a una posible emisión de bario en los gases expelidos.»

Detengámonos en el asunto del «bario».

Resulta decepcionante que unos especialistas del rango de la GSW incluyan el bario en la emisión de gases expelidos por un misil mar-aire. El bario 137,4, el único que se encuentra hoy en la Naturaleza, no figura en las clasificaciones de metales ni comburentes ni combustibles. El «otro» bario (el 140) hace su aparición después de la fisión de combustibles nucleares en los reactores atómicos. El 140, por tanto, es de naturaleza radiactiva.

La GSW debería saber que todavía -gracias a Dios- el hombre no utiliza cohetes con propulsión atómica atmosférica. En cuanto al bario 137,4, raramente forma parte de los propergoles sólidos, que son los combustibles comunes en este tipo de misiles. A veces se añade aluminio para aumentar la potencia. Pero todo esto nada tiene que ver con los reactores nucleares, única forma en la que podría aparecer el bario radiactivo.

Otro problema es el de la ionización. El ínclito ufólogo valenciano llegó a afirmar en cierta ocasión respecto al «ovni de Canarias» del 5 de marzo de 1979:

«...Para nosotros, sin embargo, desde el primer momento, la presunción que tenía mayores probabilidades de éxito era la que asimilaba el hecho al lanzamiento de un misil mar-aire.»

Y remata la «faena» con la siguiente afirmación «científica»:

«La primera nube [se supone que se refiere a los "anillos" multicolores] es el resultado típico de la ionización producida por el desplazamiento en el aire de ciertos cohetes-sonda. Nubes de parecida o superior envergadura son consecuencia de la explosión de cargas alcalinas en la atmósfera, como bario o sodío, con propósitos de experimentación e investigación.»

Difícilmente se pueden soltar tantos «sapos» científicos en tan corto espacio...

Para empezar, como ya hemos visto, esa primera «nube» -los «anillos»- nada tiene que ver con una nube natural. Por otra parte, ni en los centros de Control de Vuelo de Canarias, ni tampoco en el asentamiento del radar militar de Gran Canaria se detectó cohete alguno. Uno o varios cohetes de tipo meteorológico lanzados en el archipiélago canario hubieran sido registrados inmediatamente por los radares y, por supuesto, las autoridades Civiles y militares hubieran tenido puntual conocimiento de los hechos. Pero no quisiera desviarme del tema central: esa supuesta ionización a la que alude el ufólogo de «salón»...

Hablando de propulsión iónica, es obvio que un cohete no utiliza este tipo de empuje durante su trayectoria atmosférica, puesto que dicha propulsión resulta sumamente débil. Este tipo de propulsión se utiliza fuera de la atmósfera, cuando la gravedad terrestre «no solicita con tan ardorosa pasión al cohete».

Bien, una vez aclarado este punto, pasemos a ese otro fenómeno que constituye la ionización, producida como consecuencia de elevadísimas temperaturas.

Los iones (propulsores de los cohetes en zonas muy alejadas de la atracción terrestre) no los genera directamente el reactor nuclear sino un posterior calentamiento de los vapores radiactivos que aquél produce. Así, en una instalación propulsora iónica que disponga de un reactor nuclear que proporcione vapores de cesio, se forzaría a que dichos vapores entrasen en una cámara sometida a fuertes tempe­raturas. Para soportar ,dichas temperaturas, las paredes de esta cámara se hacen de materiales con elevado punto de fusión, por ejemplo wolframio, que funde a 3380 ºC. Los vapores de cesio son calentados en esa cámara hasta temperaturas del orden de 1400 ºC. La pared de wolframio, de naturaleza porosa, sirve de matriz para que «nazcan» los iones, como consecuencia de la disociación de las moléculas que componen los vapores de cesio. Estos iones son inmediatamente acelerados a lo largo de «pasillos» definidos por potenciales eléctricos adecuados, y el chorro iónico proporciona reacción -al ser eyectado al exterior­ y, por tanto, el empuje necesario para lanzar hacia adelante el cohete.

En la cola del proyectil aparecerá una nube iónica. Pero, repito, la propulsión iónica sólo se utiliza en la exosfera. Su principal misión -la de «auxiliarse» es la de corregir el rumbo de los cohetes.

De momento, dentro de la atmósfera terrestre, el ser humano empuja sus cohetes y misiles «a lo bestia»; sin demasiadas sofisticaciones...

Pues bien, veamos qué posibilidades de ionización existen con esta grosera propulsión, dentro de las distintas capas atmosféricas.

Hemos visto cómo un gas que fuera sometido a temperaturas de 1400 °C se ioniza. Pero estas temperaturas no son alcanzadas en la cohetería atmosférica actual. La más alta -4680 °K- equivale a unos 1 250°C. La más alta -4680 °K (teóricamentel- equivale a unos 1250 °C disponibles para efectos de la ionización que nos ocupa. Esta notable caída de temperatura se produce desde la cámara de combustión hasta la sección extrema de la divergencia de la tobera, debido a la expansión de los gases eyectados desde el cuello de la tobera. Esta temperatura, además, corresponde a los propulsantes líquidos compuestos de flúor más hidracina. (No perdamos de vista que los misiles mar-aire, tipo Polaris, son de propergoles sólidos.)

Pero volvamos a la ionización. Antes hemos visto -muy esquemáticamente- cómo funciona el propulsor iónico, a base de cesio (CS3). Se utiliza el cesio por ser éste el metal alcalino de mayor peso molecular de cuantos poseen un solo electrón periférico. Esta condición facilita enormemente la ionización. Cuando las paredes de wolframio alcanzan, como decíamos anteriormente, los 1400 °C (unos 5000 °K), comienza la ionización. Pero no todas las moléculas del vapor de cesio se disocian. Sólo una mínima parte alcanza la referida «ionización». Sin embargo, el empuje es suficiente, dado el citado peso molecular del vapor.

Este empuje se podría mejorar, naturalmente, si se dispusiera de cámaras capaces de resistir más altas temperaturas. Las cámaras ideales serían aquellas en las que se pudieran alcanzar temperaturas del orden de los 106 a 107 grados Kelvin (O °C = 273,14 °K). Con estas temperaturas el grado de ionización sería igual a 1 (la unidad); es decir, que la ionización de la materia sería completa. Habríamos llegado al estado de «plasma». Pero nuestra ciencia está todavía muy lejos de este sueño...

Los expertos en cohetería han llegado a un callejón sin salida: no se ha descubierto un material capaz de resistir tales temperaturas. Hoy se está intentando por «otros caminos»: con «paredes» formadas por ondas electromagnéticas.

En el caso del propulsante líquido, a base de flúor más hidracina, a 5 000 °K habría comenzado la ionización, que tendría un «grado» de valor bajísimo. Se necesitarían temperaturas de 20000 a 30000 °K para asegurar que la ionización parcial, correspondiente al hidrógeno que contiene la hidracina, se realiza. A partir de ahí todavía quedarían moléculas de nitrógeno y de flúor, cuya ionización requeriría temperaturas mucho mayores.

En vista de todo esto, ningún individuo con un mínimo de formación científica puede aceptar la ionización «del aire» -como pretende el ufólogo valenciano de marras-, que tiene 78 partes de nitrógeno, por causa de una tímida llama a la salida de una tobera que quema combustible líquido. Y mucho menos si lo que consume es combustible sólido...

Y éstos son los señores que pretenden y asumen la «parte seria» y «científica» de la investigación ufológica en España...

Apaga y vámonos.

Pero no pretendo adoptar una postura drástica. Por tal razón voy a dar cabida a la opinión de que la luminosidad observada fuese consecuencia de un fenómeno de ionización.

Me explicaré.

Es obvio que nos encontramos ante un móvil que, en algún momento, se está desplazando a velocidades hipersónicas. No estaría de más que para explicar este suceso, en lugar de haber echado mano de la GSW, se hubiese recurrido a los especialistas en aerodinámica de la NASA, máximos consumidores de aspirinas...

Los problemas que conllevan los flujos hipersónicos son de tal calibre y obedecen a leyes tan imprevistas que cada experiencia de cohetería atmosférica da lugar a un grueso dossier, con aportes nuevos para la dinámica de fluidos.

Pero entremos en materia presentando nuestros mayores respetos a tan complejo equipo de la ciencia.

Cuando un sistema se desplaza en el seno de la atmósfera -bien procediendo de ella misma o en calidad de «huésped» de carácter pasajero o perenne- con velocidades hipersónicas de valores superiores a 6 mach, comienza a manifestarse un fenómeno de ionización como consecuencia del recalentamiento aerodinámico producido por el rozamiento entre el sistema móvil y la masa gaseosa que constituye la envoltura del planeta.

Antes de llegar al recalentamiento aerodinámico correspondiente a la fricción producida por velocidades superiores a 6 mach, los efectos del calor son notables y suponen graves problemas que condicionan la posibilidad de tripular vuelos, por la habilitación de los vehículos con sistemas de refrigeración en el compartimento de pilotaje. Sin ir más lejos, a velocidad de tres mach, la superficie del vehículo expuesta al sentido de avance está en contacto con una capa límite -constituida por moléculas de aire comprimido por el ataque del vehículo- que llega a alcanzar temperaturas de 300°C. En el caso que estamos analizando, cuando el móvil se encuentra a 65000 pies (unos 21600 m) y se le estima una velocidad de 20000 kilómetros/hora, va inmerso en una capa gaseosa de densidad próxima a 0,1150 g/cc en la que reina una temperatura de «menos 55°C». Es decir, 60°C menos que a la que se presenta el fenómeno de recalentamiento aerodinámico que eleva la temperatura a 300°C en la capa límite, según hemos expuesto anteriormente cuando la velocidad es de mach 3.

Sería interesante analizar si la diferencia en densidad y temperatura para la zona de 20 km sobre el nivel del mar se ve compensada por la mayor velocidad -20000 km/h, equivalente en esa altura a 18,86 mach, considerada la variación de temperatura- para que el fenómeno de recalentamiento aerodinámico fuese digno de consideración; mas este análisis no es posible hacerlo sin reproducir el fenómeno en un túnel de experiencias con fluido a presión controlable.

Además de lo que está a la vista, que no encaja en absoluto en un comportamiento de la cohetería convencional, es que -de aceptar el fenómeno de ionización debido a la fricción gaseosa- la capa límite adquiere un espesor tan noble que, además, rodea por completo al sistema un entorno ionizado de dimensiones gigantescas. Sometiéndolo a nuestras leyes físicas de andar por casa, esta ionización monstruosa que envuelve al objeto induce a pensar en algo parecido a «un objeto que se estuviese moviendo según todas las direcciones radiales de una esfera a velocidades lo suficientemente grandes como para ionizar el medio donde está surgiendo».

Mucho menos aún encaja el hecho de que esa ionización permanezca durante un tiempo apreciable a pesar de que el sistema esté inmóvil, como al parecer ocurrió.

No puedo evitar recordar aquí el avistamiento que protagonizó también en aguas de las islas Canarias -¿casualidad?- la antigua corbeta Atrevida de la Armada Española bajo el mando del hoy capitán de fragata Cerdido Ferrer, recogido en mi libro Ovnis: documentos oficiales del Gobierno español.

En aquel caso, lo que también sugería ser una masa gaseosa ionizada despidió en un momento determinado un objeto que se lanzaba a velocidad endiablada en dirección a las islas. En el tema que estamos examinando, un «caldero» -según expresión del fotógrafo- escapa de la copa luminosa, lanzándose «a tumba abierta» a las profundidades espaciales. Pero aún existe otro punto de analogía entre los dos casos. Aquí, el volumen parece hacerse mayor cuando el fenómeno permanece estático. En aquél, el avistamiento protagonizado por el médico de Guía -que se supone es una continuación del fenómeno observado por la corbeta Atrevida-, el taxista y el familiar de la enferma que fue en busca del señor Padrón, también se registra un proceso de agigantamiento de una esfera de consistencia material indefinida, semistransparente y luminosa, dentro de la cual se observaron unos seres bastante pintorescos.

Opino que estamos en presencia de dos casos que posiblemente están regidos por los mismos principios físicos.

Su análisis me induce a pensar que hemos presenciado en dichos fenómenos el momento justo de entrada en nuestro universo particular de unos visitantes que proceden de otra «parcela cósmica».

Aunque existan indicios de identificación de las manifestaciones que esas entradas o apariciones producen, opino que es un error intentar catalogarlas entrando en «nuestras tablas» de ionización.

Descarto la posibilidad de que se trate de tecnología conocida bajo la consideración de que se produjese la ionización por fricción y alcanzando distancias tan enormes alrededor del foco caliente, ya que ello sería la consecuencia de una «barrera de calor» de valor tan extraordinario que haría surgir el fenómeno de «fluencia» en cualquier material de los que son conocidos por la tecnología terrestre divulgada.

Tal plastodeformación difícilmente haría surgir un objeto de formas regulares que escapa a vertiginosa velocidad, subiendo más y más hasta perderse en la vertical infinita.

Resulta evidente que el material de este sistema es de unas propiedades excepcionales o que, por el contrario, de ser común, el sistema tiene la posibilidad de crear y rodearse de unas circunstancias tales que le permiten despreciar los graves problemas que afectan a los móviles convencionales en aerodinámica.

El día en que el fenómeno de «fluencía» deje de ser motivo de preocupación, nuestros metalúrgicos estarán de enhorabuena...

17. Y llegamos a la «apoteosis final». Según los técnicos de William Spaulding, «el misil fue disparado por un navío de Estados Unidos o de la OTAN» (como veremos, los norteamericanos arrimando siempre el ascua a su sardina...). Tal afirmación, por supuesto, resulta absolutamente gratuita y falta del más mínimo rigor.

Pero sigamos...

18. «...el lanzamiento fue una prueba rutinaria de armamento.»

¿Quién hace semejante afirmación? ¿El Departamento de Defensa de EE. UU. quizá? ¿La embajada norteamericana en Madrid? ¿La Fuerza Aérea Española? ¿La Armada de nuestro país? ¿Quizá la VI Flota de EE. UU. en el Mediterráneo?...

Por supuesto, ninguno de estos estamentos oficiales.

Pero, ¿en qué cabeza cabe que «pruebas rutinarias de armamento de esta naturaleza» puedan desarrollarse en mitad de un archipiélago intensamente poblado? Ninguna potencia -ni rusos ni norteamericanos- son tan locos o estúpidos como para disparar un Polaris a 200 kilómetros de las islas Canarias y con 10 aviones de pasajeros sobrevolando la zona...

Cuando comenté el informe de la GSW con círculos competentes norteamericanos y españoles de las bases de Rota (Cádiz) y Torrejón (Madrid), la respuesta fue unánime: «Esa afirmación es absurda y descabellada.»

Por otra parte, si se hubiera tratado en verdad del lanzamiento de un misil mar-aire, ¿por qué la Fuerza Aérea Española iba a abrir una investigación oficial, como así sucedió? Lo lógico y legal es que supiera las supuestas maniobras de sus aliados, los norteamericanos...

En este caso la ignorancia del ufólogo valenciano y de los crédulos «expertos» de Phoenix roza lo grotesco.

19. Las últimas frases del informe de la Ground Saucer Watch ponen de manifiesto, para colmo, una lamentable falta de información de los norteamericanos sobre sus propios misiles...

«Basados en una estimación aproximada -dicen- a partir de los datos computarizados, deducimos que el misil mide alrededor de 15 metros, que es la dimensión usual de un misil dirigido Polaris de la Marina de Estados Unidos.»

Francamente, ¡es que no acertaron una...!

Los Lockheed UGM-27 Polaris, tipo A-2, tienen o tenían -porque este tipo de armamento fue utilizado preferentemente en la década de los sesenta y primeros años de los setenta- 31 pies de largo (9,45 metros). Los modelos A-3, en cambio, variaban en seis pulgadas (9,60 metros). El diámetro de ambos era común: 54 pulgadas (137 centímetros). Les recuerdo a los hombres de la GSW que está en pie el reto de fotografiar, a 200 kilómetros de distancia, y en plena noche, un Polaris de 9,45 o 9,60 metros, con un objetivo de 55 mm. y deben conseguir, naturalmente, una secuencia completa, similar a la de los fotógrafos ya mencionados...

 

Pero sigamos a los «maravillosos» hombres de Phoenix. Si tenemos en cuenta que el misil convencional más grande que se utiliza actualmente por la Marina de Estados Unidos es el modelo Trident, que puede ser acoplado en los mismos tubos que el Poseidón D-3, con una longitud de 10,36 metros, un diámetro de 188 centímetros y un peso de 30000 kilos, ¿en qué queda el informe de la GSW?

 

Porque los norteamericanos hablan con toda claridad de 15 metros...

 

Si comparamos este «monstruo» de 10,36 metros con un misil de 15, como pretenden las computadoras de Arizona, saltará inmediatamente a la vista la imposibilidad material de lanzamiento desde un submarino nuclear. A no ser, claro está, que hiciéramos unas «sencillitas» modificaciones a los submarinos...

 

Por ejemplo: el diámetro de los tubos de lanzamiento debería ser «ligeramente mayor», ya que el de un proyectil de 15 metros -ateniéndonos a la ley proporcional deducida de los otros modelos: Polaris y Poseidón- sería casi de tres metros...

 

Su peso también variaría «un poquito»... Pasaría de 30000 kilos para los Poseidón y Trident (el Polaris A-3 alcanza las 13,6 toneladas) a los 100000 kilos.

 

Pero, a fin de cuentas, esto son minucias para los norteamericanos. Bastaría con «estirar» los submarinos tres metros..., y aumentar la capacidad de flotabilidad en lastres, para que soportasen la alteración de carga: ¡70 000 x 3 Tridents cada submarino = 210000 .kilos!

 

Lo dicho, una «minucia».

 

Y los señores de la GSW se quedaron tan anchos...

 

20. La verdad es que podríamos seguir machacando el informe yanqui, tan pésimamente asesorado. Pero me limitaré a cerrar este rosario de errores con un capítulo que tampoco ha sido estudiado con un mínimo de rigor. Me refiero a las fotografías en sí.

 

Para empezar, y como ya he apuntado, la GSW sólo dispuso de una única foto. Esto sería más que suficiente -como ha quedado demostrado largamente- para invalidar la investigación norteamericana. (Y no hago alusión a la «investigación» de los valencianos porque se limitaron a recortar y reunir artículos de prensa y enviados a Estados Unidos...)

 

Si empezamos por uno de los datos que sí debieron conocer los norteamericanos -los 20000 o 21 000 kilómetros por hora que desarrollaba el objeto que vio el piloto del avión NAYSA-02-, la contradicción con su teoría final, la del misil Polaris, queda al descubierto. Los especialistas de Arizona deberían saber que la velocidad punta de un Polaris es de 10 mach (unos 12000 kilómetros por hora). Si en aquellos momentos -y según testimonio de los pilotos- el objeto, o supuesto Polaris, se hallaba a unos 65000 pies de altitud (19 812 metros), basta un cálculo matemático para averiguar el tiempo que necesitó el supuesto misil para alcanzar el referido nivel: entre 6,79 y 7,1 segundos.

 

Ahora bien, si estando a esa altura -65 000 pies- los pilotos del NAYSA estimaron al objeto una velocidad de 20.103 km/h o 21.103 krn/h, la aceleración a que debería haber estado sometido el «supuesto Polaris» sería de 779,18 metros/segundo o de 818,19 metros/segundo, dependiendo de la velocidad estimada que consideremos.

 

De cualquier manera, ante valores tan extraordinarios de aceleración, que se mueven en torno a los 800 m/seg, puede concluirse que «aquí y ahora no existe todavía ningún misil cuya propulsión produzca este efecto».

 

Ésta, ni más ni menos, debió ser, en cambio, la aceleración auténtica del objeto que vieron los pilotos de los aviones en vuelo, así como numerosos testigos desde tierra.

 

Por su parte, los misiles Polaris -según informaciones recogidas en los círculos militares especializados de Rota y Torrejón- desarrollan una velocidad de salida del mar que oscila entre los 70 y 110 metros por segundo, dependiendo de la cota de lanzamiento, inclinación, etc. Esta velocidad inicial se ve progresivamente incrementada, hasta alcanzar esos 12000 kilómetros por hora, aproximadamente. Los investigadores de Phoenix deberían haberse percatado de que ningún misil mar-aire puede romper la superficie del mar a semejante velocidad: ¡800 metros por segundo! Velocidad que se habría alcanzado en el difícil supuesto de que hubiera «roto superficie», desde su lanzamiento, en un segundo. Esta aceleración «de salida», además, lleva implícita una segunda aberración. El supuesto Polaris se habría movido -desde su salida del océano- con una aceleración 81,54 veces de la de la gravedad. Francamente, 81,54 «ges» para un rnisil mar-aire es demasiado...

 

La primera pega con la que tropezarían los servornecanismos de dirección sería el colosal «esfuerzo» para variar el ángulo de orientación de las toberas. Los Polaris disponen de cuatro toberas, cada una de las cuales puede girar para producir cambios de rumbo.

 

La conclusión final es sencilla: como dicha aceleración no puede ser aceptada para un misil mar-aire, puesto que destrozaría la estructura del cohete, lanzándolo a velocidades superiores a las del proyecto, hay que convenir que los pilotos y los miles de testigos desde tierra vieron «algo» muy distinto a un Polaris...

 

La realidad evidente de que lo que fue observado y fotografiado en las islas Canarias el 5 de marzo de 1979 no fue un misil mar-aire queda definitivamente subrayada con el examen, como digo, de las diferentes secuencias fotográficas.

 

Nos centraremos en las fotografías de Antonio González Llopis, puesto que la GSW llevó a cabo el análisis de una de las copias de este fotógrafo de Gran Canaria.

 

La secuencia completa, como ya apunté con anterioridad, reúne 11 imágenes, De éstas, las números 4, 5, 6, 7, 8 y 9 corresponden al fenómeno de la «campana» o «copa» luminosa, propiamente dicho, Y aquí se levanta ya el primer absurdo. La fotografía número 4 fue tomada por el testigo con una exposición de 30 segundos. Y lo mismo sucedió con la imagen número 5.

 

Pues bien, prescindiendo, incluso, del testimonio de González Llopis, cualquier aficionado a la fotografía se percata al contemplar ambas fotos de que el objeto que aparece en el vértice de la «campana», y la propia «copa» luminosa, tenían que estar absolutamente inmóviles. De lo contrario, y con semejante exposición, tanto el cuerpo que aparece en la punta corno la «estela» habrían salido movidos. Esto significa que el objeto en cuestión permaneció estático frente a la cámara de Llopis por un espacio de, al menos, un minuto. La pregunta inmediata cae por su propio peso: ¿es que existe algún misil mar-aire capaz de inmovilizarse en el aire durante 60 segundos?

 

Si González Llopis o Lijtmaer o los restantes fotógrafos hubieran fotografiado un Polaris, con exposiciones corno las que hemos visto, la película sólo hubiera registrado una línea continua. Y esto, con mucha suerte...

 

En el momento de hacer la fotografía número 6, Llopis tuvo que variar la posición de su máquina, situándola verticalmente. La razón la explica él mismo:

 

«...El ovni se escapaba de mi campo de visión. En esta torna -la número 6- hice una exposición de 40 segundos y una abertura de 5,6. Distinguí perfectamente cómo una nave espacial se adelantaba a la bola de fuego. Para seguir la trayectoria del ovni tuve que mover ligeramente la máquina y ese movimiento provocó que en la parte inferior de la bola o campana luminosa se vean corno varias patas o ganchos, cuando en realidad era una sola lengua de fuego. Algo así corno una energía desprendida que quedaba por detrás.»

 

Basta un examen comparativo entre las fotos 4 y 5 Y la número 6 para darse cuenta de que, efectivamente, el objeto que se hallaba en la punta o vértice de la «campana» luminosa ha desaparecido. Y en su lugar ha quedado una especie de estela rectilínea y muy fina. (Esta «estela» que aparece en la zona superior de la «copa» de luz es la que los ufólogos del CEI confunden con «la típica forma cilíndrica de un Polaris». Sin comentarios...)

 

Para las fotos 8 y 9, el fotógrafo abrió el diafragma hasta 1,4, con un tiempo de exposición de 35 y 40 segundos, respectivamente. La torna número 8, precisamente, es la que ha sido analizada -iY de qué forma!- por el equipo de la GSW...

 

Si contabilizamos los segundos transcurridos para las seis imágenes -parte fundamental de la secuencia-, observaremos que Llopis empleó unos tres minutos y 35 segundos. Y nos encontramos nuevamente en el punto de arranque: si realmente se hubiera tratado de un misil -con una velocidad de salida del agua de 70 a 110 metros por segundo-, ningún fotógrafo del mundo hubiera podido captar una secuencia como la que aquí ofrecemos. (Con una aceleración todavía inferior -de 60 m1seg-, el Polaris se habría situado, en tres minutos, a 972 kilómetros de altura.)

 

Y como dato final, no olvidemos que los submarinos que lanzan misiles del calibre Polaris, Poseidón, Trident, etc., efectúan dichos lanzamientos verticalmente. Es decir, el proyectil sale del agua con un ángulo de 90 grados. En otras palabras: verticalmente a la superficie del mar. En el caso de Canarias -y así lo atestiguaron los testigos y así nos lo están gritando las secuencias fotográficas-, el objeto se desplazó primero horizontalmente, para ascender después con un ángulo de 45 a 50 grados.

 

Hay otros misiles, por supuesto, que arrancan del agua con ángulos de 30 y 45 grados, como es el caso del cohete francés Exocet y el norteamericano Harpoon, respectivamente. En el primer caso, el misil es mucho más pequeño y su velocidad suele ser de unos 40 nudos (equivalente a 20 metros por segundo).

 

Una nave ajena a la TIerra

Yo recomendaría, en fin, a la organización norteamericana Ground Saucer Watch de Arizona que revisara el caso del 5 de marzo de 1979 en las islas Canarias. Y que lo hiciera empezando por reunir una información fidedigna y completa. Está claro que los oscuros y anémicos informes de los ufólogos «de salón» sólo conducen a este tipo de desastres informativos. Más de 20 errores de grueso calibre en un informe de la prestigiosa GSW son muchos errores...

Y concluyo el presente caso con una opinión personal, fruto precisamente de una intensa investigación «sobre el terreno».

Si el ovni de Canarias no fue un fenómeno meteorológico, ni tampoco una aurora boreal, ni un meteorito, globo sonda y mucho menos un misil, ¿qué fue lo observado y fotografiado aquella noche del 5 de marzo de 1979? Repito, en mi opinión, una nave que nada tiene que ver con nuestra tecnología y, consecuentemente, con nuestra civilización. Un vehículo espacial ajeno a la Tierra. Empleando la terminología popular -y sin ningún tipo de recelo o miedo-, UNA NAVE EXTRATERRESTRE. (Al contrario de lo que sucede con tanto seudocientífico e investigador «de poltrona», la palabra «extraterrestre» no me produce el menor desasosiego...)

 

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