Imágenes: © Iván Benítez

Una caja de madera y oro

 

A Samsón Alemu, que me enseñó la «otra» Etiopía.

 

 

La montaña de Dios

Otra gran manipulación

 

<  Moisés, a sus ochenta años, jamás pudo subir en solitario hasta lo alto de la montaña sagrada.

   Recuerdo que pasé años acariciando aquel proyecto. Más que un proyecto fue un sueño: quería repetir el camino de Moisés por el desierto. Quería pisar el Sinaí y sentir la presencia o la gloria de Yavé. Recuerdo que lo bauticé: «Éxodo 2000.» La vida, después, como casi siempre, puso las cosas en su lugar. Jamás emprendí aquel fascinante «éxodo». No logré encontrar quien se adentrara conmigo en las ardientes cañadas de la península sinaítica. Pero el Destino, benevolente con este soñador, me permitió, al menos, «callejear» por el macizo sagrado y granítico. Y surgió «Planeta encantado». Fue así, de la mano de este ambicioso proyecto, como pude escalar la montaña de Dios y asistir en su cumbre a mi propio amanecer interior. Un «amanecer» que poco o nada tiene que ver con lo tradicional o con lo ya sabido. Allí, en lo alto, comprendí que Yavé no era mi Dios (a sus espaldas clamaban un millón de muertos). Allí, en el Sinaí, caí en la cuenta (una vez más): la historia ha sido manipulada...

 

 

La montaña de Dios, un lugar árido y agresivo.

 

Una caja de madera y oro

Graves dudas sobre Yavé

1

 

<  El arca de la Alianza (más de un millón de muertos). (Gentileza de kibbutz Almog.)

   He visitado el macizo granítico del Sinaí en tres oportunidades. En las tres regresé decepcionado. La Biblia, probablemente, no dice la verdad. Ésa es mi opinión personal. Moisés, a sus ochenta años, jamás pudo subir en solitario hasta lo alto de la montaña. La Biblia, como saben los especialistas, fue redactada en diferentes épocas y por muy distintas manos. Buena parte de esa redacción tuvo lugar durante el exilio de los judíos de Babilonia. Los persas y el resto de las culturas dominantes de aquel tiempo disponían de una historia y de una épica. Y los judíos decidieron «fabrica sus propios héroes. Así nacieron muchas de las historias contenidas en la Biblia. Hoy resulta casi imposible distinguir cuáles fueron auténticas y cuáles inventadas o copiadas. Éste es el caso del arca de la Alianza; el objeto religioso más temido, venerado y destructor que haya podido concebir el hombre antiguo. Una caja de madera y oro que, de ser cierta la historia, ocasionó más de un millón de muertos. Y me pregunto: ¿qué clase de Dios era Yavé? ¿Por qué consintió una brutalidad semejante? ¿Qué era en realidad el arca? ¿Qué sabemos de ella? ¿Porqué desapareció? ¿Se encuentra todavía entre nosotros?

 

 

Sumando el peso de los querubines, el arca podía superar una tonelada.

 

 

El arca

• De ser cierta la historia bíblica, la parte básica o esencial del arca de la Alianza medía 2,5 codos de largo por 1,5 codos de alto y 1,5 de ancho.

 

• Existen tres posibles versiones respecto a la conversión de dichos codos. A saber:

Codo «vulgar»

- Largo: 1,10 metros

- Ancho: 0,66 metros

- Alto: 0,66 metros

- Volumen interior: 385,1 litros

- Peso: entre 730 y 743 kilos

Codo sagrado

- Largo: 1,34 metros

- Ancho: 0,80 metros

- Alto: 0,80 metros

- Volumen interior: 733,2 litros

- Peso: entre 1 095 Y 1115 kilos

Codo egipcio

- Largo: 1,31 metros

- Ancho: 0,786 metros

- Alto: 0,786 metros

- Volumen interior: 666 litros

- Peso: entre 1 031 Y 1 050 kilos

No se ha tenido en cuenta el peso de los querubines, muy difícil de cuantificar. El peso de éstos podía oscilar entre doscientos y trescientos kilos.

Personalmente, dado el origen de Moisés y del llamado pueblo «elegido», me inclino por el codo egipcio.

 

• El propiciatorio (tapa de oro llamada «Kapporet») reunía las mismas medidas que el arca (largo y ancho). Del grosor no se tienen noticias fiables. Un rabino del siglo XII, Moshe Levine, escribe sobre el particular y asegura que dicha tapa medía un palmo. En el caso del palmo egipcio equivaldría a 7,471 centímetros.

 

• Según la Cábala, las medidas del arca (2,5 x 1,5 x 1,5 codos) ofrecen cuatro grandes rectángulos de 2,5 por 1,5 codos cada uno. El perímetro de cada rectángulo es igual a 8 codos. O lo que es lo mismo: 8 x 4: 32. Como se sabe, «32», en la Cábala, equivale a 10 séfiras más los 22 senderos del Árbol de la Vida. En cuanto a las aristas (también según la Cábala): aristas largas (2,5 x 4) : 10. Aristas cortas (1,5 x 8) : 12. Total: otra vez el número 22. Otra vez las veintidós letras hebreas que podemos hallar igualmente en la Menorá, el candelabro sagrado descrito en Éxodo XXV, 31 a 39. ¡Interesante!

 

• El arca fue construida en madera de acacia y cubierta en su totalidad (por dentro y por fuera) de oro puro.

 

• Fueron dos artesanos -Besalel y Oholiab ben Ajisamak- quienes llevaron a cabo la construcción del arca, según las instrucciones de Yavé. El hecho pudo suceder (?) hace tres mil doscientos años. La detallada construcción de la misma ocupa quince capítulos en el Antiguo Testamento.

 

Algunos tímidos cipreses se alzan en la llamada explanada de la «zarza ardiente», en el macizo sinaítico, a medio camino de la cumbre.

Una vez más, vayamos paso a paso.

Y dijo Yavé «Sube hasta mí, al monte... Quédate allí y te daré las tablas de piedra, la ley y los mandamientos que tengo escritos para su instrucción...»

Así comienza la historia de esta temible caja de madera y oro. Corría el año 1150 o 1200 antes de Cristo. Moisés había sacado a los hebreos de Egipto. En realidad deberíamos hablar de tribus o clanes beduinos, puesto que los hebreos no existían aún como «pueblo». Eso llegaría después, con el gran héroe: Moisés.

Pequeña iglesia cristiana en la cumbre del Sinaí.

Y cuenta la tradición que, al oír la voz de Dios, el patriarca se hallaba en las estribaciones del referido macizo granítico del Sinaí. El asunto, sin embargo, tampoco está claro. En la actualidad hay doce montes de la región que se disputan el título de «montaña de Dios».

Para los cristianos, la identificación del Sinai tuvo lugar en el siglo IV, cuando Eusebio de Cesarea describió las experiencias de Moisés al sur de la península sinaítica. Y en ese mismo siglo, Helena, la madre del emperador Constantino, bendice la idea del historiador construyendo un monasterio en el lugar donde, supuestamente, arrancó Moisés en su camino hacia la cumbre. Así nació Santa Catalina, al pie del Sinaí.

Y Moisés -prosigue la Biblia-, obedeciendo, subió a la montaña. ¿Subió en solitario a 2285 metros de altitud? ¿A sus ochenta años? Hoy, una persona sana y medianamente entrenada, necesita del orden de cuatro o cinco horas para ascender desde la zona de Santa Catalina hasta la cima. Estoy pensando, naturalmente, en una persona de cuarenta o cincuenta años...

Cada tribu beduina tiene su propio Sinaí. En total, doce posibles ubicaciones.

Y dice el Antiguo Testamento que una misteriosa nube cubrió el monte. Y la gloria de Yavé descansó sobre el Sinaí y la nube lo cubrió por seis días. Y al séptimo llamó Yavé a Moisés en medio de la nube. Y la gloria de Yavé aparecía a la vista de los hijos de Israel como fuego devorador sobre la cumbre del monte .. Moisés, entonces, entró en la nube y permaneció en el monte cuarenta días y cuarenta noches...

¿Cuarenta días en el interior de una nube? Y mis pensamientos -sin querer­ volaron a Mali, recordando aquella otra curiosa e increíble historia de los dogon, «secuestrados» noventa días en las arcas de los seres de Sirio (véase Los señores del agua). Pero ésa es otra historia. Y fue en esa larga estancia en la cima del Sinaí donde, al parecer, Moisés recibió las instrucciones para construir el arca de la Alianza. Ahí, efectivamente, arranca la historia del objeto más sagrado, enigmático, codiciado y mortífero de la antigüedad. Un objeto cuya pista se ha perdido y que, sin embargo, continúa levantando polémica.

El testimonio Y Yavé habló a Moisés y le dijo: «...Harás una arca de madera de acacia de dos codos y medio de largo, codo y medio de ancho y codo y medio de alto. La revestirás de oro puro. Por dentro y por fuera la revestirás. Y además pondrás en su derredor una moldura de oro. Fundirás para ella cuatro anillas de oro, que pondrás en sus cuatro pies. Dos anillas a un costado y dos anillas al otro... Harás también varales de madera de acacia que revestirás de oro. Y los pasarás por las anillas de los costados del arca, para transportarla. Los varales deben quedar en las anillas del arca, y no se sacarán de allí... Y en el arca pondrás el Testimonio que yo te vaya dar...»

Monasterio de Santa Catalina, al pie de la montaña sagrada. Iniciamos la ascensión.

¿Testimonio? ¿A qué se refiere el texto bíblico? Tampoco está claro para los exégetas y estudiosos. Lo más probable es que se tratase de las tablas de piedra, con los diez mandamientos. Otros añaden un recipiente con el maná e, incluso, la no menos célebre vara de Aarón, el hermano de Moisés. Una vara que, obviamente, habría entrado con dificultad en el interior del arca...

 

Sinaí: algunos apuntes

• No se trata de una montaña aislada, como se imagina con frecuencia, sino de un macizo. Una de las alturas de este gran macizo recibe el nombre de Djebel Musa (monte Sinaí). Judíos y musulmanes sitúan también el monte de Dios en diferentes regiones de la península sinaítica, desierto de Neguev y norte de Arabia. No existen pruebas definitivas de la estancia de Moisés en dicho Djebel Musa.

El macizo sinaítico -actualmente perteneciente a Egipto- suma más de sesenta y dos mil kilómetros cuadrados, estratégicamente situados en el centro y en el sur de la península del mismo nombre. La cadena montañosa recibe también el título de «desierto del Éxodo», en recuerdo de la salida de Moisés de las tierras del Nilo hacia el año 1150 antes de Cristo. Hoy se encuentra habitado por unas doscientas mil personas, en su mayoría beduinos.

• Según la tradición, Moisés subió a lo alto del Sinaí en dos oportunidades, como mínimo. Al descender de la cima en la primera ocasión, el rostro o la cabeza (?) de Moisés brillaban. El extraño fenómeno lo obligó a mostrarse en público con un velo o con una máscara. De ahí procede la costumbre de representar al citado patriarca con «rayos» o «cuernos» sobre la cabeza.

• Durante el día, las temperaturas en el Sinaí oscilan entre 40 y 50 grados Celsius. En la noche pueden descender a 15 y 20 grados bajo cero. En tiempos de Moisés, el Sinaí era famoso por su abundante colonia de leopardos, hoy desaparecidos.

Única vegetación existente en el Sinaí. Aquí, supuestamente, Moisés contempló la «zarza ardiente».

 

Los prodigios

Una extraña «nube»

2

<  Mar Muerto, desde el monte Nebo, en Jordania.

Naturalmente, no pretendo desvelar los secretos del arca de la Alianza. ¿Quién podría? Me limitaré a contar su historia -la historia conocida (?)- y su presumible final. En algunos momentos, como es lógico, es posible que arriesgue un comentario. Debe ser tomado como lo que es: un simple comentario personal. Yo no estoy en posesión de la verdad, afortunadamente...

La extraña «nube» Y tras sacar al «pueblo hebreo» (?) de las tierras de Egipto, Moisés, como venía contando, lo condujo al desierto. Y alli, en las cercanías del Sinai, Besalel y sus artesanos construyeron el arca. Y dice la Biblia que Moisés guardó en ella las tablas de piedra de la Ley (los diez mandamientos). Y empezaron los prodigios. ¿O habían comenzado mucho antes? Durante cuarenta años, los hebreos deambularon por las cañadas y los arenales de la península sinaítica. Y el arca permaneció con ellos, oculta bajo la Tienda de la Reunión. Y una extraña «nube» la cubría...

No quiero extenderme sobre la singular «nube» bíblica. Hace muchos años analicé el asunto en mi libro Los astronautas de Yavé. Pero, pensando en las nuevas generaciones, quiero llamar la atención sobre la forma y el comportamiento inteligente de lo que, se supone, sólo era una nube...

Durante el día -cuenta el libro sagrado-, esa nube brillaba al sol. Durante la noche era como el fuego. Y cuando la «nube» se ponía en movimiento, el pueblo cargaba sus tiendas y la seguía por el desierto. Y allí donde la «nube» se detenía, allí se detenía el pueblo, levantando la Tienda de la Reunión. Y dice más: en esa «nube» brillaban dos letras. Las dos letras con las que Dios creó el mundo. Dos letras hebreas...

Cuando la misteriosa «nube» se ponía en movimiento, el pueblo cargaba las tiendas y la seguía por el desierto.

 

Lo observado por Moisés y su pueblo ya había sido contemplado y descrito años antes por los egipcios, entre otros.

Y durante el día, esas dos letras volaban sobre las tribus de Israel y todo se llenaba de la fragancia de Dios. Todo quedaba perfumado. Todo desprendía un olor a mirra e incienso...

En sábado, sin embargo, la «nube» con las dos letras hebreas permanecía quieta: era el día del Señor.

Pero la tradición va más allá y asegura que el arca tenía también la capacidad de volar. Y así lo hacía cuando lo ordenaba Moisés...

¿Una «nube» brillante al sol? ¿Como el fuego durante la noche? ¿Con dos signos o «letras»? Los seguidores del fenómeno ovni habrán adivinado de inmediato qué estoy sugiriendo...

Esquema de la llamada Tienda de la Reunión, primitivo templo utilizado por el pueblo hebreo en el desierto.

Y el arca iba con el pueblo e, incluso, cuando volaba, por delante de los hebreos. Y nadie podía verla, a excepción de Moisés. Permanecía oculta en el centro del Santuario o Tienda de la Reunión. Y cuando el sumo sacerdote llegaba hasta ella (una vez al año), lo hacía en medio de una cegadora nube de incienso. Sólo así -decían- era posible escapar a su terrorífico poder...

Bene-Jaakán Y pasaron los años... Y los hebreos continuaron el éxodo. Y la historia de la enigmática caja de madera y oro empezó a complicarse. De pronto, la Biblia nos presenta una segunda arca. Así figura en el Deuteronomio. En el capítulo diez, el propio Moisés fabrica una segunda caja, mucho más sencilla, y de la que no constan medidas. Como se recordará, al bajar del Sinaí por primera vez, Moisés, encolerizado, rompió las tablas de piedra de la Ley. Los clanes beduinos no respetaron el pacto con Yavé, fabricaron un becerro de oro (probablemente un buey) y se entregaron a la adoración del mismo. Los levitas se pusieron del lado de Moisés y tres mil hebreos fueron pasados a cuchillo, de momento...

 

 

La primera desobediencia supuso la muerte de tres mil judíos. No importó la edad...

 

 

Moisés regresa ante la presencia de Dios (¿Sinaí?) y recibe dos nuevas tablas de piedra. Después construye la referida segunda arca. Este hecho, al parecer, tuvo lugar en un paraje llamado Bene-Jaakán, a unos trescientos kilómetros al norte del macizo sinaítico. La historia, efectivamente, es confusa. Lo más probable es que proceda de diferentes fuentes. ¿Por qué Moisés fabrica una segunda caja? ¿Viajaran los hebreos con dos arcas?

Sea como fuere, tras esos cuarenta años en el desierto del Sinai, Moisés y su gente alcanzan finalmente el monte Nebo, en las proximidades de la costa nororiental del mar Muerto.

Una de las posibles rutas seguida por Moisés en el éxodo.

 

La tierra prometida, desde el monte Nebo.

Moisés contempla la tierra prometida a diecinueve kilómetros del río Jordán y a 835 metros de altitud y, al parecer, muere. Dice la tradición que contaba ciento veinte años de edad. Y digo que «al parecer, muere» porque, hasta el día de hoy, nadie sabe dónde fue sepultado. Y me he preguntado muchas veces: ¿murió realmente? ¿Por qué no ha sido posible hallar su tumba? Moisés, en definitiva, fue el gran libertador. Si los judíos han conservado la memoria y los huesos de patriarcas más antiguos -caso de Abraham y Jacob, por ejemplo-, ¿por qué no hay resto alguno de Moisés? ¿Fue arrebatado por los «astronautas de Yavé», como sucedió con Elías?

Las aguas se detuvieron Al margen de estas especulaciones, la cuestión es que, a partir del monte Nebo, el arca de la Alianza o del Testimonio, como prefieren llamarla muchos judíos, vuelve a cobrar protagonismo... ¡Y de qué forma! Veamos lo que dice la Biblia:

Josué, el caudillo que sucedió a Moisés, escuchó la voz de Yavé y, siguiendo sus órdenes, llevó al pueblo hasta las orillas del río Jordán. Y el arca -dicen- fue alzada sobre los hombros de los sacerdotes y marchó a la cabeza de las tribus. Fue transportada por los «caatitas» (hijos de Caat y emparentados con la tribu de Levi), especialistas en dicho transporte. ¿Especialistas? ¿Por qué? Vayamos paso a paso...

Al tocar las aguas, el río Jordán se detuvo. Nuevo gran prodigio del arca. Río Jordán a su paso por Israel.

Ruta seguida por Josué y las tribus beduinas en su ingreso en la tierra prometida.

Posible ruta seguida por el arca de la Alianza hasta Bet Semés.

 

Moisés murió frente al mar Muerto. ¿Por qué no se ha encontrado su tumba?

Y al tocar las aguas, el río se detuvo. Así reza el libro de Josué «...Ias aguas que bajaban de arriba se detuvieron y formaron un solo bloque a gran distancia, mientras que las que bajaban hacia el mar de la Sal se separaron por completo. Y el pueblo pasó frente a Jericó.

 

"Los sacerdotes que llevaban el arca de la Alianza de Yavé se detuvieron a pie firme, en seco, en medio del Jordán, mientras que todo Israel pasaba en seco, hasta que toda la gente acabó de pasar el Jordán...»

 

Y cuenta la Biblia que, por delante del pueblo, cruzaron unos cuarenta mil guerreros armados, dispuestos al combate y hacia la llanura de Jericó. Y me pregunto: ¿cuánto pudo durar el «milagro»? Según los expertos, amén de esos cuarenta mil guerreros, el grueso de las doce tribus sumaba entre doscientas cincuenta mil y quinientas mil almas, sin contar rebaños, carros y animales en general.

 

 

Río Jordán (hoy), en las cercanías de Jericó.

 

¿Qué clase de «máquina» era el arca? ¿Cómo consiguió inmovilizar un cauce con un módulo (caudal medio anual) de quinientos metros cúbicos por segundo, aproximadamente?

Algunos exégetas explican (?) el prodigio, asegurando que el corte de las aguas fue provocado por un seísmo que taponó el río con los bloques de marga existentes en la zona de Adam, a veintiocho kilómetros del lugar donde se hallaba el arca. El razonamiento no es convincente ya que, según el libro de Josué, las aguas volvieron a correr cuando el arca salió del cauce.

 

El prodigio en números

• Aceptando que el paso del río Jordán fue cierto, y que el número de hebreos fue de doscientos cincuenta mil (cifra sensiblemente baja), ¿cuantó tiempo necesitaron para cruzar dicho cauce?

• Estableciendo que el avance fuera de «cien en fondo» (hileras de cien individuos), el resultado sería de dos mil quinientas hileras. Teniendo en cuenta que una persona camina a razón de un metro por segundo (en terreno llano), el tiempo estimado para cruzar el Jordán (cuarenta metros de cauce) oscilaría entre siete y 27,7 horas (sin interrupciones).

¿Qué sucedió con el imnenso volumen de agua embalsada en Adam (actual puente de Darniyya) durante esas supuestas veintisiete horas?

Aceptando que el pueblo judío, en esos momentos, sumara doscientos cincuenta mil individuos, el paso del Jordán tuvo que demorarse siete horas, como mínimo, sin contar los rebaños, carros, ancianos, niños y personas enfermas.

Jericó: otra carnicería Y con toda razón, al conocer lo sucedido en el Jordán, reyes y súbditos de la vieja Canaán (los nombres de Israel y Palestina llegarían mucho después) se estremecieron. Yavé, entonces, consiguió un doble efecto: impresionar y doblegar, una vez más, a su pueblo y derrumbar la moral de los cananeos, legítimos propietarios de una tierra que estaba a punto de ser expoliada.

Por cierto, ¿se ha preguntado usted por qué los judíos son el pueblo «elegido»? ¿Elegido para qué? Pero ésta es otra historia de la que, quizá, me ocupe algún día...

 

 

Desde el punto de vista histórico, los judíos expulsaron y masacraron a los legítimos propietarios de Canaán.

 

 

Y me pregunto: ¿qué clase de dios ordena el asesinato de miles de inocentes?

Días después del prodigio en el Jordán, el arca de la Alianza actuaría (?) de nuevo. Eso, al menos, es lo que se deduce del capítulo seis del citado libro de Josué. Yavé volvió a dirigirse al caudillo y le dijo: «...Mira, yo pongo en tus manos a Jericó y a su rey. Vosotros, valientes guerreros, todos los hombres de guerra, rodearéis la ciudad, dando una vuelta alrededor. Así harás durante seis días. Siete sacerdotes llevarán las siete trompetas de cuerno de carnero delante del arca. El séptimo día daréis la vuelta a la ciudad siete veces y los sacerdotes tocarán las trompetas. Cuando el cuerno de carnero suene, cuando oigáis la voz de la trompeta, todo el pueblo prorrumpirá en un gran clamoreo y el muro de la ciudad se vendrá abajo. Y el pueblo se lanza al asalto...»

Nadie, en su sano juicio, puede creer en el sanguinario Yavé. ¿Quién era entonces aquel supuesto dios?

 

La religión judía, otra religión sustentada por el miedo.

Y así dice la Biblia que fue. Los altos y robustos muros se precipitaron al suelo y miles de personas (puede que diez mil) fueron pasadas a cuchillo. Y entre esos diez mil, hombres, mujeres, niños, viejos, bueyes, ovejas y asnos. Toda una repugnante e inconcebible carnicea...

 

Y sigo preguntándome: ¿qué clase de dios era Yavé? ¿Por qué propició semejante brutalidad? Para mí, como dije, está claro:

Ya no es Dios. Al menos, mi Dios favorito...

 

Y durante el asalto a Jericó sucedió algo que ha pasado casi desapercibido y que, al analizarlo, hace dudar del equilibrio «mental» del supuesto Dios. Me explico. Al parecer, durante la matanza, las tribus bajo las órdenes de Josué se entregaron al robo y al pillaje. Y esto, curiosamente, molestó a Yavé (!). El Dios de los hebreos había ordenado la muerte de los habitantes y la destrucción de Jericó, pero no consintió que se robara...

 

Y la lera de Yavé hizo que las doce tribus fueran derrotadas en la siguiente batalla (en esta ocasión contra los amorreos). Increíble conducta, sí, la de un dios: «Mata a seres humanos, pero no robes

 

Y el pueblo judío que sobrecogido. No está muy claro si por el mortífero poder del arca o por la imprevisible conducta de Ya.

 

Tercer gran prodigio Y la temida arca siguió al frente de las tribus. Y, lentamente, el pueblo hebreo terminó adueñándose de Cann. El rastro del arca, tras la muerte de Josué, no está muy claro. Al parecer fue guardada primero en Guilgal, muy cerca del o Jorn. Después fue instalada en las proximidades de Betel y, finalmente, en el santuario de Siló, al norte de lo que, tiempo después, sería Jerusalén. Después, durante décadas, silencio. Nadie habla de nuevo de la poderosa caja de madera y oro.

 

Fue hacia el año 1000 antes de Cristo cuando el arca del Testimonio entró de nuevo en acción y, como siempre, de forma sorprendente...

 

Los hebreos se hallaban inmersos en otra guerra, esta vez contra los filisteos, los «Hombres del Mar». Y en una de las batallas (Ehen Ezer) fueron derrotados. Murieron cuatro mil judíos. Los ancianos solicitaron el auxilio del arca (depositada en Siló) y He la envió al campamento hebreo. En una nueva batalla, los hebreos fueron destrozados por segunda vez. «Cayeron treinta mil hombres de a pie y fue capturada el Arca de Dios.» (Samuel I.)

 

¿Qué había sucedido? ¡Era la primera vez que los hebreos perdían el arca! El pueblo judío vivió, sin duda, uno de los momentos más trágicos de su todavía corta historia. El arca, sin embargo, a pesar de las apariencias, no había perdido su poder. Nada de eso...

 

Los filisteos, triunfantes, condujeron la misteriosa caja de acacia y oro hasta Asdod, una de sus ciudades, y la depositaron en el templo del dios Dagón (otro «hombre­pez» similar al venerado por los dogon de Mali). Pero, a la mañana siguiente, la estatua de Dagón apareció en el suelo...

 

 

Templo al dios Dagón, en el país de los filisteos. El mismo dios de los dogon, en Mali. ¿Casualidad?

 

Fue levantada pero, al día siguiente, el «hombre-pez» estaba de nuevo en tierra, con la cabeza y las manos separadas del cuerpo. El «aviso» atemorizó a los filisteos y el arca fue trasladada a la ciudad de Gat.

La situación no mejoró. Al contrario: la población, de pronto, se vio invadida por una epidemia de tumores (probablemente la fase eruptiva de la peste bubónica). Y, enloquecidos, los filisteos optaron por deshacerse del arca, enviándola a una tercera ciudad: Ekrón. Y una plaga de ratas y tumores asoló igualmente esta última ciudad filistea.

 

 

La captura del arca por los filisteos fue uno de los peores momentos del pueblo judío.

La tragedia se prolongó durante siete meses. Y los reyes filisteos, comprendiendo, tomaron la decisión de cortar por lo sano. Colocaron la temible arca sobre un carro y los bueyes tiraron de ella. Nadie la condujo. Y el arca fue a detenerse en Bet Semés, un pueblo hebreo.

Y cuentan que aquel día volvió la esperanza al pueblo «elegido». Pero el sanguinario Yavé no había dicho la última palabra... Y un nuevo desastre planeó sobre los judíos.

Ruinas de Bet Semés.

 

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